El estilo de un hombre, porque con casi treinta años eres un hombre completo, se mide en los momentos de adversidad. Carlos Sainz proviene de una elegante familia madrileña, puede presumir de un padre que no sólo escribió algunas páginas de historia del motor en los rallyes, sino que en su aventura en la F.1 nunca encontró un camino de bajada por delante. Hace menos de tres meses Ferrari le hizo saber que ya no habrá plaza para él en 2025. Podría reaccionar mal, caer en el victimismo, perderse, exagerar para impresionar a todos. Hizo exactamente lo contrario. A partir de las palabras pronunciadas entonces, en febrero. “Hamilton en Maranello fue un golpe duro, no me lo esperaba. Estaba bastante seguro de que renovaría el contrato con la Rossa. Pero será mi último año con el equipo y sólo quiero pensar en dar lo mejor de mí para el Cavallino”. Honesto, sincero. Con estilo, por cierto. “El estilo no es algo que eliges – afirma -, es algo que deriva en gran medida de la educación que te da tu familia, de los valores que has cultivado. Y eso luego se traduce en cómo te comportas y cómo haces las cosas. Pero no puedo decir que tenga un estilo propio, particular o estudiado. Sólo trato de ser natural”.
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