Preparándonos para otro examen estatal, es decir, el de Madurez, volvemos a las obligaciones habituales. Una vez finalizada la larga ronda de valoraciones, tablas de conversión, informes finales, PDF y batallas con los diversos registros electrónicos, continúan las mismas operaciones con las variaciones formales oportunas.
Por supuesto, es el examen estatal. Así que tomemos un minuto para examinar también este examen: después de todo, somos examinadores. Que – el examen – en esta tipología, existe sólo en Italia y por tanto es gloria nacional. El “trabajo de instalación de la comisión” comienza: con la presentación de los miembros externos de la comisión, que a menudo provienen de otras regiones e instituciones educativas. Algunos profesores conocen bien a los examinados, otros, nada. Los trabajos finalizarán con la “fijación del lacre”. Con suerte, encontraremos algunas velas en julio. Y también un encendedor. Se utiliza para sellar cera. Hace calor en junio y ocho o seis horas de exámenes escritos agotan a todos: hay quienes no se encuentran bien. Se recomiendan botellas de agua fresca y suplementos. El “examen de fin de bachillerato” sirve para certificar un camino escolar: es el camino el que debe evaluarse, más que las pruebas de examen. Al menos así está escrito.
Si pensamos en Inglaterra, lo que conocemos como examen de bachillerato no es más que un diploma de calificación, llamado “A-Level”. El examen estatal no lo organizan escuelas individuales sino organismos externos y se centra únicamente en tres materias, elegidas por el estudiante entre las más adecuadas para matricularse en la facultad universitaria de su preferencia. Un poco como en Austria o los países del este. Donde además las tres pruebas se distribuyen a cierta distancia durante el último año escolar, lo que permite que las operaciones no se extiendan más allá del final de las lecciones escolares. Huelga decir que si todas las pruebas son revisadas por una única comisión central, no sólo se libera a los profesores de la hazaña, sino que esto garantiza una cierta uniformidad en las evaluaciones y en los plazos generales.
Los estudiantes franceses son evaluados por primera vez durante el penúltimo año escolar y luego al final de sus estudios. También en este caso será una comisión externa muy exigente, dado que el porcentaje de suspensos suele superar el veinte por ciento, la que permitirá al candidato matricularse posteriormente en la universidad.
En Alemania, la educación superior se divide entre educación “general”, algo similar a nuestras escuelas secundarias, y educación “profesional”. Para obtener el Abitur, el equivalente a nuestro diploma de escuela secundaria, necesario sólo para el primer camino, pero no para las profesiones, no es necesario un examen formal como aquí: el diploma de escuela secundaria alemán es emitido por comisiones internas sobre la base de la trayectoria del estudiante en los dos últimos años de escuela. Con un resultado positivo para prácticamente todos, aunque, quizás más que en Italia, el voto final recibido cuenta. En los Países Bajos y en otros países, el examen de finalización de la escuela secundaria es en realidad simplemente una prueba de acceso a la universidad. Lo cual, en cualquier caso, nuestros hijos también tendrán que apoyar.
Es comprensible que lo recuerde toda la vida. Una experiencia única, para bien o para mal. Pero sólo unos pocos afortunados tienen acceso al ritual mágico y secreto que tiene lugar cuando finalmente se concluyen todas las formalidades: el cierre del paquete con hilo, sello escolar, firmas y lacre. A estas alturas todos hemos madurado. Tal vez demasiado.
