Por un arte desobediente y desconectado

“Hijos obedientes del panóptico, tan devotos de la causa del compromiso, de la vigilancia”. Es la definición que dio de sus artistas contemporáneos. Dave Hickey, crítico de arte estadounidense antiacadémico, antidoctrinario y anticensura, en un libro de 1993 ahora traducido por Johan & Levi: “El dragón invisible. Cuatro ensayos sobre la belleza”. Hoy es como es. “Hijos obedientes a la causa del compromiso” son los innumerables artistas que, evidentemente propalestinos, publicaron en las redes sociales “Todos los ojos puestos en Rafah” a finales de mayo. “Dedicados a la causa del compromiso” son los numerosos artistas que en la antioccidental Bienal de Venecia (hasta el 24.11) imprimen su sello ideológico con instalaciones, banderas, vídeos, bordados, sandías y los escritos “Corazones unidos contra el genocidio”. Por eso sueño con la belleza alabada por Hickey, Sueño con artistas desobedientes y descomprometidos, sueño con cuadros no virtuosos, viciosos, con mujeres sin velos y velos, desnudas libre y descaradamente..