Retrato de la artista mexicana Frieda Toranzo Jaeger

Retrato de la artista mexicana Frieda Toranzo Jaeger
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En la 60ª Exposición Internacional de Arte Stranieri Ovunque – Extranjeros en todas partes, comisariada por Adriano Pedrosa, Frieda Toranzo Jaeger presenta una gran instalación compuesta por 20 lienzos que se extienden a lo largo de 15 metros de largo y 4 metros de alto.
La obra se entrelaza con el legado de muralistas mexicanos como Diego Rivera Y David Alfaro Siqueiros, revitalizando sus influencias y entrelazándolas con un imaginario distintivo, es decir, una práctica artística caracterizada por un feminismo abierto y una libertad queer que apunta a abrir un espacio que mira más allá del actual confinamiento de la sociedad dentro de las estructuras capitalistas y coloniales y la explotación que dieron forma a él. A menudo, replanteándolos visualmente para apoyar el pensamiento radical, el progreso social y una conexión renovada con la naturaleza.

Frieda Toranzo Jaeger, detalle de la obra expuesta en la 60 Bienal de Arte de Venecia, Stranieri Ovunque. Foto Alberto Villa

¿Quién es Frieda Toranzo Jaeger?

No es casualidad que una sola letra distinga su nombre del de un ícono de la historia del arte, mexicano como ella: Frida Khalo. Pero Frieda Toranzo Jaeger, a diferencia de quienes la precedieron, observa con mucha atención las relaciones de poder que se establecen entre hombre y mujer. No se deja abrumar y, a veces, destruir por los sentimientos. Por el contrario, en la producción artística de Toranzo Jaeger domina una cuidadosa crítica de las representaciones de la feminidad y la masculinidad en la cultura visual del capitalismo tardío y, sobre todo, de los símbolos estereotipados de este último. Nacido en la Ciudad de México en 1988, Toranzo Jaeger explora el medio de la pintura criticándolo desde dentro y provocando su literalmente colapso por el peso de la paradoja artística por excelencia: es decir, el estrecho vínculo entre Occidente y el mundo del arte. La historia de la figuración es a menudo la narración de una parte del mundo conocido y sólo recientemente hemos intentado, sin demasiado esfuerzo, proponer visiones alternativas. Así, con este objetivo, el artista comenzó a perforar los lienzos con la técnica del bordado, profundamente ligada a las tradiciones de su tierra natal. Una especie de acto de “desobediencia epistemológica contra la pintura”, lo que sugiere que la historia en general es una construcción ideada por quienes están en el poder.

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Frieda Toranzo Jaeger, detalle de la obra expuesta en la 60 Bienal de Arte de Venecia, Stranieri Ovunque. Foto Alberto Villa

Una pintura autoportante

Otro concepto fundamental de su práctica artística es el de “autonomía”: noción central también de la teoría poscolonial. El cuadro se libera así de la relación uno a uno con la pared del fondo para ocupar un espacio mucho mayor, explorando otras dimensiones y acercándose a la escultura. Las estructuras de lienzo diseñadas por Frieda Toranzo Jaeger curiosamente adquieren una forma que las asemeja a dioses vehículos de motor: una alegoría para hablar de cuerpos inconformes y demostrar cómo, a veces, lo que parece encarnar una idea de libertad y movimiento se transforma en un medio más de constricción, similar a cuando uno se encuentra encerrado dentro de un habitáculo. Por tanto, los coches se convierten en metáforas para describir la experiencia de “Gente queer, hombres y mujeres de color en un sistema que no desea lo mejor para nosotros.“. Es en este punto cuando el espectador entra en juego: al recorrer las conformaciones pictóricas expuestas, sentándose dentro de ellas, adquiere una especie de control que le permite exteriorizar las sensaciones vividas sin narrativas impuestas desde el exterior: libremente.
A pesar de los constantes trabajos de construcción de utopías extrañas no se considera activista: entiende la pintura como una herramienta para analizar la mirada masculina y la subrepresentación de las mujeres, reiterando lo necesario que es que la humanidad en su conjunto repense la historia y descolonice la imaginación, las ideas y sobre todo los sentimientos. Y este último punto es quizás el más difícil.

Elisabetta Roncati

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