La intervención: Piacenza no merece esos selfies cobardes

La intervención: Piacenza no merece esos selfies cobardes
Descriptive text here

Las fotos de Giorgio Lambri y Stefano Pancini que documentan los selfies en los lugares donde acaban de ocurrir dos tragedias

por Gian Luca Rocco*

Piacenza, jueves 11 de abril de 2024, por la rotonda de Colombo. Un coche, debido a la enfermedad del conductor, choca contra una bicicleta y acaba dentro del escaparate de la tienda Bulla. Mientras los servicios de emergencia rodean al ciclista herido, un hombre sostiene su teléfono celular y se toma una linda selfie con una persona moribunda al fondo. El momento es inmortalizado por un periodista, su colega de Piacenza Stefano Pancini, que captura este momento surrealista.

Piacenza, 26 de mayo de 2018, estación de tren. Una mujer acaba debajo de un tren con la pierna destrozada. Mientras cinco personas trabajan para salvar su vida y lo que queda de su extremidad, un niño sostiene su celular y, imitando el signo de la victoria, se inmortaliza con un moribundo de fondo. El momento lo fija nuestro Giorgio Lambri y la foto dará la vuelta al mundo, acabando en todos los grandes periódicos, desde la CNN hasta la BBC. Dos imágenes que Piacenza no merece.

MALOS EPISODIOS DESHUMANIZANTES

Dos malos episodios que no hacen justicia a una ciudad que, por ejemplo, hace del voluntariado y de ayudar a los demás una de sus mejores cualidades. Dos fotografías que, lamentablemente, olvidan el trabajo de las personas que en las mismas fotografías intentan salvar la vida de dos seres humanos. Dos disparos que dejan tiempo para otras consideraciones que van más allá de Piacenza. Porque han pasado casi seis años entre ambas hazañas, pero en realidad no ha pasado ni un minuto. Sin evolución: teléfono en mano, la cultura del selfie a toda costa vence a la lógica, a la racionalidad, pero también al mínimo sentido común que debería llevar a una persona a imaginar que “no es el caso” tomar esa foto. Más allá de la curiosidad de saber con quién habrán compartido esa toma, qué ser humano al recibirla podrá decir “cool”, “mítico”, “héroe” y no “¿eres un idiota?”, el hecho es que eso Vivimos inmersos en una cultura deshumanizadora.. Está claro que estos sujetos no sienten el más mínimo malestar: filtrado a través de la lente ya no hay realidad, no hay ninguna mujer sufriendo, sino sólo una escena efectiva para compartir con sus contactos.

“¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN SU CEREBRO?”

Es difícil decir lo que pasa en el cerebro de estos sujetos, es demasiado fácil distanciarse de ellos. Quizás pensar que en definitiva, si siguiéramos las migas de madera, podríamos encontrar el montón de serrín que evidentemente les sale de la cabeza. Escandalizarnos, convencernos de que son cosas que sólo conciernen a los demás, personas que se sienten protagonistas de la película “Crash” de Cronenberg en la que un grupo de fetichistas provocan y presencian accidentes de tráfico para aumentar su excitación sexual. Quizás sea mejor hacer un examen de conciencia colectivo, para no desperdiciar el excelente trabajo de dos compañeros capaces de inmortalizar el momento oportuno en la indignación como un fin en sí mismo. Recordando cuando llega el plato a un restaurante y antes incluso de probar su aroma o sabor, ya tienes varias fotos de la primera comunión de tu hija. Recordando la primera comunión de nuestra hija, cuando en lugar de tomarle la mano, nos dedicamos a tomar fotografías que nunca volveremos a mirar. Y el eclipse que no vimos excepto detrás de la pantalla del teléfono, así como esos maravillosos atardeceres que apreciamos sólo de espaldas para “entrar” en escena. O todos los otros infinitos momentos en los que filtramos la vida de esa pantalla sólo para decir “estuvimos allí”: ese momento en la playa o ese momento en la montaña, en el partido de fútbol, ​​en el partido de voleibol, en la exposición, en El Louvre donde se encuentra la Mona Lisa, si tuviera un centavo por cada selfie que la alberga, podría comprar Apple diez veces.

“LA TECNOLOGÍA NOS HA ENGAÑADO”

La tecnología, el teléfono móvil, nos permite conservar recuerdos pero nos ha engañado de que si no conservamos ese recuerdo o mejor dicho, no somos parte de él, la realidad que estamos viviendo, generalmente un momento memorable si merece una foto, no lo hace. no existe. Sin embargo, ocurre todo lo contrario: el momento en el que disparamos es el momento en el que hemos perdido el presente para confiárselo a un pasado hecho de píxeles. En última instancia, queda una gran pregunta: ¿Por qué dos episodios precisamente en Piacenza? Esperemos que la respuesta sea: tenemos mejores periodistas que en otros lugares.

*Gian Luca Rocco – director editorial Gruppo Libertà

NEXT Adiós a Pinelli. Pintura analítica y luminosidad.