«The Real Housewives Roma», un grandioso fresco de grosería

¡Imagínese si Fatma Ruffini no estuviera detrás de esto! El programa más sádico del año es Las verdaderas amas de casa de Roma, «la historia de la desinhibida vida cotidiana de seis carismáticas amas de casa romanas protagonistas de la vida social y cultural de la capital, entre fiestas en los áticos del centro histórico, amistades y rivalidades en los exclusivos clubes deportivos a orillas del Tíber y invitados de sangre azul a vernissages de diseño” (Tiempo real). A diez metros de distancia parecen señoras con mucha clase. Sin embargo, a una distancia de tres, parece algo hecho para ser visto desde una distancia de diez. Según los cánones de la red, pienso en Il Castello delle Cerimonie, L’Atelier delle Meraviglie, Il Salone delle Meraviglie con Federico Fashion Style, sy las damas se sacrifican ante las cámaras para regalarnos el retrato más grotesco de la clase alta romana. No tengo ganas de nombrarlos, porque existe el riesgo de que sean personas reales y todo es culpa de la farsa. Pero en definitiva, una es “exigente y amante de los outfits muy de diseño”, otra es una doctora estética que se casó con un noble, otro vive entre Cortina y Porto Rotondootra «hace malabares con masajes relajantes, toques de belleza, boxeo y sesiones con un nutricionista para medir su cintura», otra es una condesa «artista de origen escandinavo de renombre internacional» y finalmente está «la PR más fascinante y exclusiva de Roma».

Todas parecen hermanas del Ministro de Turismo. Se definen como “iconos”, dicen frases como «el refinamiento no se puede comprar» (y se nota) o «puedo tolerar a todos pero a la gente grosera no», usan la palabra «top» como si fuera el top, salen con abrigos de pitón y bolsos dorados, leen libros de Adelphi (al menos la portada). El programa es divertido a pesar de sí mismo porque es genial. fresco de restos de grosería. Es un castillo de ceremonias al revés, desprovisto de la ironía necesaria pero bien dotado de una perfidia que deja a las mujeres “pobres” en una caricatura irredimible. Un hábil montaje nos regala un carrusel de imágenes desgarradas pero que el tiempo no redime.

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