Ya no existe un aceite de oliva excelente, ya no existen buenos olivareros y molineros, ya no existen catadores competentes

Ya no existe un aceite de oliva excelente, ya no existen buenos olivareros y molineros, ya no existen catadores competentes
Ya no existe un aceite de oliva excelente, ya no existen buenos olivareros y molineros, ya no existen catadores competentes

Nací y crecí en un mundo basado en la competenciaun requisito previo indispensable para el crecimiento individual y social.

Si sacabas malas notas en la escuela, tenías que estudiar más. Si perdías el partido de fútbol, ​​tenías que entrenar más. Miramos a los mejores con una mezcla de envidia, ira y espíritu de venganza. Luego, por supuesto, siempre ha habido quienes intentaron tomar atajos haciendo trampa. Sin embargo, el espíritu competitivo se mantuvo.

Alcanzar la meta, la meta trazada daba alegría pero, muchas veces en la vejez, el propio camino para llegar hasta allí, los esfuerzos y sacrificios, eran motivo de orgullo y satisfacción.

El mundo ha cambiado y ya no domina la competencia sino la satisfacción, un fin en sí mismo, repentino y desmotivado.

El mundo digital es la máxima expresión de esto, donde las redes sociales muestran solo las noticias y contenidos más relevantes. Ver, leer, oír y relacionarnos sólo con quienes piensan igual da seguridad y satisfacción, hace que el cerebro emita endorfinas y seremos estimulados a regresar al servicio que nos brinda esas sensaciones. Un círculo vicioso e irreal que condiciona y dirige.

La revolución de la inteligencia artificial, con sus servicios cada vez más personalizados y perfilados, nos ofrecerá cada vez más sólo lo que sentimos que necesitamos, ya sean bienes, servicios u opiniones. Por tanto, acariciará nuestro ego, sin obligarnos a recorrer un camino, quizás largo y tortuoso, para llegar al resultado y a la satisfacción asociada.

¿Cuál es la relación con los concursos de aceite de oliva?

Incluso los concursos de aceite de oliva se han adaptado a los tiempos, pasando de una lógica de competición a una de satisfacción.

La lluvia de medallas es el mayor ejemplo de ello. Todos recompensados, todos bien, todos satisfechos.

La medalla de oro, el premio y el reconocimiento ya no son la meta de un camino de superación, de innovación, de estudio, de esfuerzo. Participas en la competición no para competir sino para sentirte el mejor, todos recompensados ​​con el mismo pergamino. Los mejores, los “monstruos sagrados”, ejemplos y modelos ya no existen, porque reciben la misma recompensa que quienes fabricaron aceite por primera vez. Por lo tanto, siente que ya ha llegado incluso antes de partir. Una sensación sublime de satisfacción, que borra cualquier lógica competitiva.

El catadoresEllos también se han adaptado bien a los tiempos. Ya no seleccionan. Han abdicado del rol de promotores de la más alta calidad, adaptándose para convertirse en los cantantes de un mundo autorreferencial que ha abandonado cualquier lógica competitiva., abandonarse a la ilusión de la autocelebración. Por otro lado, el catador que mencione a todos será igualmente recompensado con el reconocimiento de la competencia y la profesionalidad de aquellos a quienes ha satisfecho.

Y así se cierra el círculo: el juez satisface al competidor quien, a su vez, satisface al juez. Todos son felices, todos son felices en un mundo virtual que no discrimina, no distingue, no identifica sino que normaliza y nivela.

Los aceites de oliva virgen extra premiados en los concursos son de copia y pega. Todos sabemos por qué también. A veces se trata del mismo aceite, presentado por diferentes fabricantes. Otras veces es la misma “receta” que los catadores de los concursos de aceite de oliva transmiten a sus clientes.

¿Y el consumidor?

Es útil intentar entender si elige lo mejor o si prefiere la marca, la pegatina, sintiéndose así satisfecho por haber elegido lo mejor.

Es decir, debemos entender si el proceso de selección del consumidor se basa en una lógica competitiva o en la pura satisfacción, un fin en sí mismo, repentino y desmotivado.

En este último caso, la excelencia, la investigación y la innovación pasan a ser accesorios y secundarios frente a la moda, las tendencias y un puro ejercicio de estilo, primando lo virtual sobre lo real.

Queda por ver hasta qué punto este castillo en las nubes podrá resistir, hasta qué punto la conciencia humana resistirá el engaño autoinfligido, y no sólo en el mundo del aceite de oliva.

Y tú, ahora que me has visto como realmente soy, ¿todavía puedes mirarme?

George Orwell

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