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Roma, 18 de junio – Orgullo de los niños. El pensamiento dominante se sustenta en varias cuestiones: una de ellas es dar espacio a Imposiciones LGBT. A cualquier nivel, incluso a costa de involucrar a niños inocentes. Del domingo del Orgullo Gay de Verona surge un cuadro que calificar de inquietante es quedarse corto, y que involucra también a los niños, entre padres evidentemente bien orientados y manifestantes que dan rienda suelta a todo, sin demasiados límites.
Ese Orgullo que hace suyos a los niños también
Un hombre desnudo camina por las calles de la ciudad: esto ya sería grave, porque el pudor tiene un significado y las sociedades civiles se caracterizan por saber regularlo. Pero lo peor es que en la fotografía también aparecen un niño y una niña, cuyos rostros ocultamos como es justo y sacrosanto. Inocentes ondeando banderas del Orgullo sin saber que fueron las primeras víctimas, las primeras condicionadas en la primera infancia. No es ningún misterio que las élites arcoíris intenten apropiarse incluso de los más pequeños. La legislación europea y las propuestas para ampliar las restricciones LGBT incluso en las escuelas infantiles son una realidad desde hace varios años. Algunos reaccionaron, la mayoría entendió, aunque confusamente. Viktor Orban fue acusado de todas las atrocidades por no permitir que esto sucediera en su Hungría, pero fue una completa coincidencia. Lo cual, por otra parte, no ha detenido la loca carrera hacia la institucionalización del fenómeno.
Si se examina más detenidamente, la cuestión debería abordarse desde sus orígenes, mucho más allá de la cuestión homosexual, que ya de por sí es muy controvertida: ¿por qué estos señores sienten la necesidad no sólo de organizar un acto del Orgullo sino de mostrarse en sus partes íntimas ante de niños inocentes? ¿Qué tiene esto que ver con la “promoción” de la homosexualidad? Algunos podrían responder que los dos aspectos están conectados. No es mi intención ahondar aquí en el tema, simplemente reconozco la vergüenza de lo informado. Consciente de que no será un caso aislado, sino sólo el único que tuvo “la suerte” de quedar retratado en una imagen. Una imagen inquietanterevelando de manera sintética pero dramáticamente perfecta, la sociedad en la que vivimos.
No es sólo una batalla contra el arcoíris
Quien piense que el tema sólo concierne a los arcoíris, o no lo ha entendido o ha decidido ser irrelevante. El arcoíris, lo fluido, lo sexualmente destruido no es el único aspecto. Este mundo consolida el libre mercado, la destrucción de los negocios y del trabajo, desintegra las protecciones y promueve la pobreza. Esto nunca debería olvidarse. Y hay que mencionarlo aquí porque, con demasiada frecuencia, la lucha cultural contra la corriente en los últimos años se ha dejado llevar sólo por la lucha contra el colectivo LGBT, que sin embargo forma parte de la misma dimensión macrocultural de todo un mundo, un universo en el que estamos involucrados, a pesar de nosotros mismos. El mismo que promueve la venta de niños como si fueran productos de panadería, lo mismo que el triunfo del onlyfans y del feminismo que se indigna “ante las órdenes del mercado”, lo mismo que la materia por encima de todo, lo mismo que el mercado infinitamente extensible que propone siempre nuevas y desafortunadas formas de ampliar sus espacios. La misma que promueve la inmigración masiva, porque sólo un Estado económicamente débil lo es también políticamente, y en el ejercicio de lo que debería constituir su monopolio absoluto, a saber, el control de fronteras. Están destruyendo todo, no sólo hombres, mujeres, niños y familias. Y hay que luchar contra ellos. Pero con la conciencia de ser parte de ese universo que es decididamente más amplio que el único tema horrible que termina bajo nuestra desafortunada mirada. El orgullo, que incluye sin piedad a los niños, es sólo uno de los aspectos de un Occidente completamente desorganizado. Que no mejorará a partir de una sola protesta, sino sólo de una general, universal y humana.
Stelio Fergola
