ESTAMOS LISTOS PARA MORIR…

Mario Monti, el de Loden y el gobierno técnico, se atrevió a decir que nuestro Risorgimento no habría ocurrido sin el derramamiento de sangre de tantos patriotas italianos y de tantos soldados Saboya y Garibaldi, y que ni siquiera una nueva Europa unida podría escapar, en un Conflicto defensivo constitutivo de una alianza, para luchar y por tanto derramar sangre, propia y ajena.

La frase es en sí misma banal: desde Caín y Abel, desde Gilgamesh hasta Sansón, desde César y Atila, etc., la guerra, el derramamiento de sangre y entrañas, con contornos de horror y destrucción, está en el ADN de los humanos y en la dinámica de su evolución.

Todo ha sido determinado en la historia de los estados, de las naciones, de las revoluciones, a través del “matanza” ¿Qué Monti mencionó, o no?

Así pues, está claro que hoy en la aldea global en la que la comunicación es esencial para determinar los fenómenos políticos, que a su vez inducen fenómenos bélicos, se debe prestar atención a la exposición mediática de los protagonistas, a su interpretación de los hechos, al atractivo instrumental a sentimientos básicos como vida, paz, tranquilidad.

Pensar que uno de nuestros hijos pueda ser víctima de un conflicto es inaceptable e impensable, después de que los europeos hemos vivido en la paz más laboriosa y completa desde la Segunda Guerra Mundial, después del breve interludio en Serbia, hasta la invasión de Ucrania.

El sentimiento es generalizado, de hecho unánimemente universal, pero ¿por qué no ofrecer algo de reflexión sobre los riesgos concretos de un conflicto que podría afectarnos a mediano plazo?

Pero cómo, en casi todas las circunscripciones electorales europeas, hay quienes proponen un general acostumbrado a las armas y a la sangre, que empuña con orgullo fusiles y ametralladoras en exhibiciones, promueve todas las autodefensas sangrientas y luego se convierte en defensor de una paz absoluta, que significa estar indefenso, indefenso, rendirse ante el agresor del momento, que claramente parece ser el Putin ruso, el que lleva la camiseta delante del Kremlin.

Pero cómo a cada paso se habla de la Patria, de los Patriotas, de “Italia nos llamó listos para la muerte”, y como muleta esencial del gobierno hay un “derrotista” ni siquiera bien disimulado ni camuflado, pero pomposo con su complicidad impresentable con un posible futuro enemigo nuestro, que está colocando sus bases militares en Libia, a 100 millas de Sicilia.

El pacifismo hipócrita o instrumental, hecho si todo está bien de miedos atávicos o peor aún de cobardía congénita, o peor aún pagado, fuera de la historia y de la lógica, nos ha conducido a esta tercera guerra mundial. “piezas”, que estamos luchando usando sangre ajena y haciendo como que no pasó nada; de hecho, gritando inapropiadamente “genocidio” para los 35.000 en Gaza, encogiéndose de hombros para los cientos de miles de Ucrania, Georgia o Chechenia.

El quinto mandato de Putin comenzó con las maniobras nucleares tácticas y su despliegue en Bielorrusia: ¡es un claro chantaje a Occidente! un argumento que se utiliza no para dar una alarma grave y proporcionar un remedio del modo más adecuado, sino para debilitar aún más posibles defensas psicológicas y sufrir los dictados de un poder absoluto y criminal.

Espero y espero que las concesiones con Hitler que provocaron la Segunda Guerra Mundial no se repitan con Putin; lo cierto es que todo se aceleró con la huida desordenada de los estadounidenses de Afganistán; su debilidad provocó la agresión de los Países Rebeldes, y lo que siguió en Ucrania e Israel confirmó el terrible aforismo: “Si vis pacem, para bellum”.

Francesco Chiucchiurlotto

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