Gracias al Pnrr hemos aprendido en gran medida qué es la resiliencia. Pero hay otro término de la misma ‘familia’ que cada vez se está volviendo más común: la ‘transiliencia’.
Este neologismo es un mezcla entre trashumancia y resilienciade hecho, que proviene del escritor de ciencia ficción Arthur Clarke, quien dijo: “Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
El hecho es que a partir de entonces transiliencia significa la capacidad de procesar y desarrollar recursos y habilidades que son transferibles entre diferentes profesiones, funciones y roles. En resumen, la posibilidad de aprovechar al máximo nuestras habilidades, de ”migrar” rápidamente de un rol a otro, con tareas diferentes a las iniciales, tanto en el trabajo como en la vida en general.
Una palabra que ciertamente se ve afectada por las incertidumbres del mundo actual, en todos los ámbitos. De ahí la necesidad de adaptarnos de forma fluida y creativa a las circunstancias que se nos presenten.
Uno de los efectos de la transiliencia es, de hecho, la flexibilidad, a través de la cual es posible tener una mayor capacidad para responder de forma diferenciada y eficaz a los estímulos y necesidades que provienen del exterior.
También existe un vínculo directo con la voluntad de aprender y de considerar la vida prácticamente como un trabajo en progreso.
