El Concertone del Primo Maggio, tradicional evento musical que celebra el Día del Trabajo organizado por CGIL, CISL y UIL, ha suscitado este año nuevas polémicas en torno a la presencia de fotógrafos editoriales. De hecho, durante algunas ediciones el concierto ha excluido a fotoperiodistas profesionales, provocando protestas de la categoría.
Según la nota de prensa de la asociación Fotoperiodistas Professionisti Associati (FPA) “es deplorable que, en un evento que celebra el trabajo, los profesionales de la comunicación hayan sido excluidos del ejercicio de su profesión. Esto es particularmente desconcertante considerando la importancia de la manifestación por el derecho al trabajo, cuyo evento más importante es el concierto”.
Las solicitudes de acreditación a la empresa organizadora del evento quedaron sin respuesta, según informó la FPA. En respuesta a esta protesta, la empresa que gestiona efectivamente la comunicación de la Concertone declaró que la exclusión de los fotógrafos era una decisión “necesaria” debido a las limitaciones del proyecto de este año que le impedía incluir un puesto para fotógrafos.
Sin embargo, la FPA expresó su escepticismo sobre la falta de espacio en el Circus Maximus, que ofrece más de 85.000 metros cuadrados, destacando que esta exclusión es un signo de discriminación contra la profesión de fotoperiodista, particularmente decepcionante en un evento dedicado a la defensa del empleo.
Los fotoperiodistas desempeñan un papel crucial en la documentación y difusión de eventos, desde grandes hasta pequeños, llevando historias e imágenes a los medios impresos y en línea. Una gran parte de estos “trabajadores de la información” son profesionales independientes, freelancers, que invierten dinero, tiempo y energía para hablar a diario de nuestro mundo, de lo que sucede a nuestro alrededor, de lo que de otro modo no podríamos ver.
Los fotoperiodistas representan de alguna manera nuestros ojos sobre acontecimientos lejanos, dramáticos, peligrosos, pero a menudo también agradables, como un concierto largamente esperado por miles de personas cada año. Y para contar estas historias a través de fotografías pasamos muchas veces por procesos burocráticos, a veces necesarios, que si se superan permiten que todos disfruten de ese momento y que el profesional siga haciendo un trabajo maravilloso.
Sin embargo, la profesión se ve constantemente desafiada por dificultades económicas, el aumento de los costes de los equipos, la competencia de aficionados con fines editoriales y, ahora, la falta de consideración por su presencia en los grandes eventos.
Esta exclusión de fotoperiodistas profesionales del Concierto del Primero de Mayo plantea cuestiones fundamentales sobre el respeto de los derechos de los trabajadores, en particular los relacionados con la comunicación y la información. En un día que debería celebrar el trabajo en todas sus formas, resulta desconcertante que a quienes cuentan historias a través de imágenes se les niegue el acceso a un evento tan importante. En lugar de apagar las voces de quienes iluminan los acontecimientos, se espera que su contribución sea bienvenida en todas partes, garantizando así también una celebración más inclusiva y auténtica del Día del Trabajo.
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