La charla y el encuentro candente con la sexy ladrona, en la cama sin el collar: ingeniero engañado

La charla y el encuentro candente con la sexy ladrona, en la cama sin el collar: ingeniero engañado
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ANCONA La cita picante fijada en una aplicación de citas, el tête-à-tête en luz roja en su apartamento con un chico que nunca había conocido antes. Y tras las despedidas definitivas, la desagradable sorpresa: alrededor del cuello ya no llevaba la cadena de oro blanco, que tenía un importante valor sentimental, no sólo económico (600 euros).

La historia

La víctima del desagradable robo en caliente es un ingeniero de treinta años, originario de Apulia pero residente en Ancona desde hace algún tiempo. “Decidí no presentar denuncia porque realmente no tenía ganas”, afirma el profesional. La vergüenza sofocó su sed de justicia, junto con la conciencia de que encontrar ese collar habría sido una misión difícil, si no imposible, para los investigadores. «Ese chico, que debía tener unos 25 años y decía ser búlgaro a pesar de tener rasgos norteafricanos, desapareció en el aire – cuenta el ingeniero al Corriere Adriatico -. Cuando me di cuenta de que ya no tenía la cadena, un regalo que me gustaba especialmente y del que nunca me separé, intenté contactar de nuevo con él vía chat. En cuanto le pedí explicaciones, me bloqueó y desapareció”. A partir de ese momento, el ingeniero ya no supo nada de aquel joven con el que había intercambiado unos mensajes apenas unas horas antes para concertar un encuentro en su casa: nunca imaginó que le abriría la puerta a una sexy ladrona.

El diabólico robo se habría producido durante el picante encuentro, momentos de implicación en los que el joven de 25 años evidentemente quedó más impresionado por el brillo del oro blanco que por el resto. Aprovechando el momento de pasión y distracción del treintañero, logró desabrocharse el collar con una mano y guardárselo en el bolsillo. Luego, sin demasiadas bromas, se vistió, se despidió de su compañero de velada y se fue, con una joya de 600 euros en el bolsillo. Y luego desaparece como un fantasma.

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