Los esfuerzos diplomáticos internacionales se están intensificando para intentar llegar a un acuerdo entre Israel y Hamás para la liberación de los rehenes y un alto el fuego en Gaza. Por la noche, el presidente estadounidense, Joe Biden, llamó al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un último intento por evitar la ofensiva sobre Rafah y favorecer un acuerdo que dé un respiro a la Franja, devastada por el hambre y la hambruna tras casi siete meses de guerra.
Biden y Netanyahu, se lee en una nota de la Casa Blanca al final de la conversación telefónica entre los dos líderes, “examinaron las conversaciones en curso para garantizar la liberación de los rehenes y un alto el fuego inmediato en Gaza”. Biden, leemos más adelante, “se refirió a su declaración con otros 17 líderes mundiales pidiendo que Hamás libere sin demora a sus ciudadanos para garantizar un alto el fuego y ayuda a la población de Gaza”.
Sobre la mesa está la propuesta de Tel Aviv y El Cairo de un alto el fuego sobre el cual, según declaraciones de altos cargos de Hamás, “no debería haber problemas importantes”, siempre que Israel no plantee nuevos obstáculos. Hamás ha hecho saber que mañana responderá oficialmente a la propuesta y, precisamente por eso, se intensifican los esfuerzos de los mediadores, entre ellos Estados Unidos.
Mañana una delegación del movimiento islamista, encabezada por Khalil al Hayya, segundo del líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, llegará a Egipto en un clima quizás más positivo que en el pasado y, según Axios, también del lado israelí. Es la primera vez en casi siete meses de guerra que los líderes dicen estar dispuestos a discutir el fin de la guerra. Aunque por la tarde algunas fuentes israelíes volvieron a debilitar las esperanzas de una tregua. «Los preparativos para Rafah continúan», dijeron, y, incluso con un acuerdo sobre los rehenes, «Israel no renunciará a sus objetivos de guerra».
El gobierno israelí se enfrenta a una creciente presión nacional e internacional para llegar a un acuerdo. Una presión que está llevando cada vez más a Netanyahu contra la pared, debilitado también por un conflicto interno en el país.
