Monopoli, un año después de la muerte de Vito Germano y Cosimo Lomele

Monopoli, un año después de la muerte de Vito Germano y Cosimo Lomele
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Es complicado hablar de trabajo este 1 de mayo, cuando hace menos de un año, en Monopoli, en una obra de construcción, Vito Germano y Cosimo Lomele perdieron la vida, aplastados por una cresta rocosa mientras trabajaban.
En el mismo año 2023, otros 76 trabajadores murieron en el trabajo en Apulia. En la provincia de Bari hubo 34 víctimas en total. Un rastro de sangre que no se justifica sólo por la falta de aplicación de medidas de seguridad, sino por el perverso sistema de subcontratación.
Ya no pensamos en la calidad de las empresas sino en la reducción máxima de la oferta, posible porque el trabajo se traslada a empresas más pequeñas, que utilizan trabajadores con salarios bajos, incluso ilegales, que no están capacitados en seguridad. Una cadena de ganancias y explotación que parece no tener fin y que conduce a accidentes, rápidamente descartados como desgracias.

No mueres solo en el trabajo.
En los últimos diez años, medio millón de jóvenes han huido de nuestros países en busca de fortuna, a menudo en el extranjero, y un millón no estudia ni trabaja.
En las zonas más industrializadas de la región, el trabajo parece contrario al medio ambiente y la salud. Un conflicto a menudo irreconciliable. Del mismo modo que la plaga de la mafia y la explotación de la mano de obra extranjera parece irremediable y, en nuestros cerezos y viñedos, la de las mujeres.
No menos preocupantes son los datos del ISTAT sobre el trabajo de los monopolistas. Nos dicen que sólo el 23% de la población residente está empleada. Se trata de 11 mil trabajadores de una población de 48.260 personas. De ellos, casi la mitad trabaja en el sector turístico. Es decir, un sector en el que, dada la estacionalidad de las empresas, existe un índice muy alto de precariedad con trabajos a tiempo parcial, a menudo mal remunerados y en cualquier caso vinculados a la temporada turística.

Ante esta enmarañada situación, como concejales no queremos hablar de rendición. Creemos que en nuestra zona hay empresas que han entendido que una nueva forma de hacer negocios, buscando la sostenibilidad ambiental y social, recupera la competitividad. Y son las empresas que tienen más probabilidades de sobrevivir en el futuro.
En la agricultura, por ejemplo, hay una agricultura de explotación pero también hay una agricultura virtuosa llevada a cabo sobre todo por jóvenes que, gracias a sus estudios, combinan calidad e inclusión.
Ciertamente implica dar pasos difíciles que implican costos y cambios radicales, no sólo en las estructuras y los ciclos de producción, sino sobre todo en las estructuras mentales y los ciclos de pensamiento, pero vale la pena.

Creemos que un cambio de ritmo es posible y necesario. Empecemos simplemente por pensar que el trabajo no es un empleo, ni un salario.
Pero mucho más.
Es la condición para sentirnos personas con un papel responsable y activo en el contexto que vivimos.
Sin trabajo, no podemos sentirnos libres ni realizados.
Los padres y madres fundadores lo habían entendido bien: “Italia es una República fundada en el trabajo”.

Sin trabajo no puede haber democracia.

Angelo Papio

María Ángela Mastronardi

Silvia Contento

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