“Hice lo que sentí”

“Hice lo que me pareció bien en ese momento y nunca hubiera imaginado, en tan poco tiempo, que recibiría un reconocimiento tan importante”. Valeria Frasca, de Forlì, de 17 años, está feliz y emocionada tras recibir ayer una increíble noticia: su nombre está entre los 29 nuevos ‘Alfieri della Repubblica’, título conferido nada menos que por el Presidente de la República Sergio Mattarella. , que este año se inspira especialmente en las catástrofes que azotaron primero la Romaña y luego la Toscana, trayendo consigo, además de los daños incalculables y la pérdida de varias vidas humanas, también una carga increíble de altruismo, solidaridad y generosidad que animó especialmente gente joven.

La elección de Valeria no es un caso raro, pero eso no la hace menos valiosa. Aunque su casa se salvó de la furia del agua, ella no lo dudó: desde el principio decidió que ella también quería echar una mano. Su padre, Cristiano Frasca, es el fotógrafo de Carlino y el suyo fue uno de los pocos coches que circuló por la carretera incluso en las horas más críticas de la tragedia. Valeria estuvo con él, pero sólo durante un corto tramo del camino: la acompañaron a la sede del club Inzir, en via Bezzecca, donde se había improvisado un centro de clasificación de voluntarios. El club está situado en una posición estratégica, en las afueras del barrio de San Benedetto y el agua sólo lo ha bañado.

Dentro del club, Valeria Frasca, junto con otros voluntarios, ayudó a recoger los datos de quienes se proponían palear y limpiar, organizando los grupos que luego se dirigieron al barrio: “Muchos de ellos llamaron – dice – y no sólo desde Forlì , pero de todas partes de Italia era importante coordinar a todos y llegar a un acuerdo con los demás grupos para que no se desperdiciara toda esa energía”. No fue fácil, pero era necesario. “Organizar todo fue realmente muy complicado, las llamadas eran muchas y más aún – continúa – las necesidades de la gente del barrio que vivía momentos de enorme tensión”.

Una experiencia dura que, sin embargo, también dejó mucho atrás: “Lo más hermoso fue ver el sentido de comunidad y de solidaridad que animaba a la gente: había ganas de gastarse, de hacer su parte… Había quienes Llegué sin ni siquiera una pala, sólo con ganas de dar lo mejor de mí”. Luego se suministraron las palas y nadie se quedó atrás, hasta el punto de que en las primeras semanas se cubrieron las mayores necesidades.

El servicio de Valeria continuó sin cesar hasta que las escuelas volvieron a abrir: “Por la tarde, cuando volví a casa, estaba cansada, pero mi corazón estaba hinchado porque había visto a tanta gente dispuesta a gastarse por los demás”. Y ahora todo ese duro trabajo ha sido recompensado nada menos que por el presidente Mattarella.

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