Prisión de Beccaria en Milán, tortura y violencia contra menores reclusos

Prisión de Beccaria en Milán, tortura y violencia contra menores reclusos
Descriptive text here

Es noviembre de 2022, mientras el menor preso de origen extranjero duerme, un oficial se acerca a su cama y coloca su mano en su trasero, acariciándolo. Cuando el interno se despierta de repente y le pregunta: “¿Qué quieres?”, el agente responde: “No te preocupes, sólo quiero hacerte el amor”. Este episodio, que no se concretó gracias a la reacción del niño, constituye un intento de violencia sexual. Pero eso es sólo la punta del iceberg Presuntos abusos y torturas que sacudieron los cimientos del Instituto Penal de Menores “Cesare Beccaria” de Miláncon trece agentes de policía penitenciarios acusados ​​de una serie de delitos.

En una operación llevada a cabo por la Unidad Regional de Investigación de Lombardía de la Policía Penitenciaria, por mandato de la Fiscalía de Milán, 13 agentes fueron sometidos a medidas cautelares, 13 de ellos tras las rejas y otros 8 suspendidos del servicio público. Todos se encontraban de servicio en el instituto Beccaria al momento de los hechos. Las acusaciones que se ciernen sobre ellos van desde el abuso de poder hasta el abuso infantil, con episodios de violencia y tortura agravados por la vulnerabilidad de los jóvenes prisioneros. Hechos, de confirmarse, de una gravedad sin precedentes.

Pensemos en el menor de edad que fue víctima de intento de violencia sexual. Los mismos, junto con otros niños, habrían sufrido agudos sufrimientos físicos y traumas psicológicos comprobables, resultando en tratos inhumanos y degradantes. Una represalia -como escribe el juez de instrucción- por haber reaccionado ante un acoso sexual. Estos son los hechos que surgieron. Un jefe de guardia subió a la celda del niño para atender las solicitudes médicas de otro compañero de celda y lo condujo al piso inferior. Poco después, el recluso escuchó los gritos de su compañero de celda advirtiéndole de un peligro inminente. La confirmación llega cuando otro interno informó de la llegada de diez agentes.

Una vez que llegaron, uno de los agentes roció un spray irritante en los ojos del menor a través de la ventana de la puerta blindada. Inmediatamente despues, varios agentes ingresaron a la celda y atacaron brutalmente al recluso, golpeándolo repetidamente e insultándolo con epítetos racistas y ofensivos. Luego de inmovilizarlo y rasgarle la ropa, lo habrían trasladado a régimen de aislamiento y lo habrían despojado de sus prendas. Al día siguiente, otros agentes volvieron a agredirlo física y verbalmente, trasladándolo a otra celda, donde perpetuaron la violencia.

Pero él no fue el único. Otro menor de edad internado en Beccaria, también extranjero, había pedido insistentemente un encendedor al asistente de planta, cerrando la puerta de golpe e insultándolo. En ese momento, el agente lo arrastró fuera de la celda agarrándolo por la camisa y empujándolo, mientras el recluso estaba descalzo, por cuatro tramos de escaleras. Una vez dentro de la oficina del jefe en el primer piso, el oficial lo empujó hacia el sofá; En ese momento, el jefe de la estación se habría acercado a él y le habría dicho: “¿Por qué golpeas el autobús?”. y le habría dado una primera bofetada; posteriormente, lo habría golpeado repetidamente con bofetadas en ambas mejillas, con ambas manos, mientras el interno intentaba bloquear los golpes colocando sus brazos alineados frente a su rostro. El oficial continuó golpeándolo con fuertes y repetidos puñetazos en el pecho, sin dejar de repetir “¿por qué golpeas el autobús?”. Mientras era golpeado, el menor recluso preguntó por qué lo había golpeado y se disculpó. Al parecer, dos agentes levantaron a otro menor detenido, lo agarraron por la cabeza y la pierna y lo golpearon continuamente en la cara mientras yacía indefenso y semiconsciente en el suelo. Y por si fuera poco, seguirían golpeándolo.

La investigación que dio lugar a estas acusaciones partió de informes recibidos por las autoridades a través de Francesco Maisto, garante de los derechos de las personas privadas de libertad personal del municipio de Milán, pero fue apoyada por valientes testimonios de jóvenes detenidos y por meticulosas operaciones de vigilancia. dentro de la institución. De hecho, el juez de instrucción escribe en blanco y negro que estos hechos espantosos están probados tanto por las declaraciones de la víctima como por las interceptaciones telefónicas, por las imágenes extrapoladas de las cámaras de videovigilancia (se filmaron las palizas a tres presos), por las declaraciones de los testigos. de otros reclusos, de informes médicos e informes de servicio. Estos últimos son fundamentales para identificar a los autores de los ataques. Este escándalo plantea interrogantes no sólo sobre la conducta individual de los agentes implicados, sino también sobre el propio sistema que se supone debe proteger a los jóvenes presos. Es un doloroso recordatorio de la necesidad de reformas en el sistema penitenciario., para que la justicia y la seguridad estén garantizadas para todos, sin excepciones. Sin olvidar la importancia del delito de tortura, que esta mayoría quisiera cambiar.

Tags:

NEXT Primero de Mayo: día de lucha, no de celebración