recuérdalo ignorando a los malos maestros de ayer y de hoy

“El silencio de la noche del 16 de abril de 1973 fue roto por las llamas y la muerte provocada por un cobarde ataque. Cinco litros de gasolina pasaron por debajo de la puerta y una bomba casera sirvió para prender fuego a la casa de una familia que sólo tenía una ‘culpa’; que su padre era secretario de la sección local del MSI. Virgilio, de 22 años, y Stefano, de 10 años, un niño, perdieron la vida. Por milagro los padres y otros niños lograron salvarse, pero fueron condenados a una vida de sufrimiento. A diferencia de otros casos de aquellos años, hubo justicia, pero fue muy parcial y burlona, ​​porque los tres autores de la masacre, pertenecientes a Potere Operaio, nunca pagaron, y no sólo porque eludieron la justicia, sino porque fueron amparados y defendidos por un contrainvestigación iniciada por la izquierda extraparlamentaria y luego amplificada por exponentes del mundo de la cultura. Este era el clima en ese momento. La mejor manera de recordar a Virgilio y Stefano Mattei, como a todos los caídos de aquellos años, independientemente de su afiliación política, es no escuchar más la voz de los malos profesores de entonces y de hoy, que tal vez escriben un libro con poca empatía. -uso un eufemismo- hacia otras víctimas, las de Acca Larenzia, o las que utilizan una cátedra universitaria para elogiar a los terroristas”.

Así lo declaró en la Cámara el senador de los Fratelli d’Italia, Andrea De Priamo, en un discurso al final de la sesión en memoria del asesinato de los hermanos Mattei.

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