«Hay un dato que me dijo un estudioso de la demografía: actualmente las inversiones que generan más ingresos son la fábrica de armas y los anticonceptivos: uno destruye la vida, el otro impide la vida. Y estas son las inversiones que dan más ingresos, es malo”. Así lo dijo el Papa Francisco en su discurso a los Estados Generales de Nacimiento. “No faltan perros y gatos en los hogares, no faltan estos, faltan niños”, añadió. «Se necesita previsión: a nivel institucional, se necesitan políticas eficaces y opciones valientes, concretas y a largo plazo. Es necesario un mayor compromiso por parte de todos los gobiernos para que las generaciones jóvenes estén en condiciones de poder realizar sus sueños legítimos”, declaró el Pontífice durante su discurso en Roma. «Se trata – explicó – de implementar decisiones serias y eficaces en favor de la familia. Por ejemplo, colocar a una madre en la situación de no tener que elegir entre trabajar y cuidar a sus hijos o liberar a muchas parejas jóvenes del peso de la precariedad laboral y la imposibilidad de comprar una casa. Y luego – añadió – es importante promover a nivel social una cultura de solidaridad y de generosidad intergeneracional para revisar hábitos y estilos de vida renunciando a lo superfluo para dar a los jóvenes esperanza para el mañana”.
«El problema es el egoísmo, los niños no traen contaminación ni hambre»
«En el pasado – declaró el Papa Francisco – no faltaron estudios y teorías que alertaban sobre el número de habitantes de la Tierra, porque el nacimiento de demasiados niños habría creado desequilibrios económicos, falta de recursos y contaminación. Siempre me ha llamado la atención cómo estas tesis, hoy anticuadas y superadas desde hace mucho tiempo, hablaban de los seres humanos como si fueran problemas. Pero la vida humana no es un problema, es un regalo. Y en la base de la contaminación y del hambre en el mundo no están los niños que nacen, sino las elecciones de quienes sólo piensan en sí mismos, el delirio de un materialismo desenfrenado, ciego y rampante, de un consumismo que, como un virus maligno, , socava la existencia de las personas y de la sociedad desde la raíz. El problema no es cuántos hay en el mundo, sino qué mundo estamos construyendo; No son los niños, sino el egoísmo, el que crea injusticias y estructuras de pecado, hasta el punto de entrelazar interdependencias malsanas entre los sistemas sociales, económicos y políticos”. Y finalmente: «El egoísmo nos hace sordos a la voz de Dios, que ama primero y nos enseña a amar, y a la voz de nuestros hermanos que están a nuestro lado; anestesia el corazón, te hace vivir de las cosas, sin saber para qué; lleva a tener muchas posesiones sin saber hacer el bien. Y las casas se llenan de objetos y se vacían de niños, convirtiéndose en lugares muy tristes. No faltan perros y gatos, faltan niños. El problema de nuestro mundo no son los niños que nacen: es el egoísmo, el consumismo y el individualismo, que hacen que la gente esté plena, sola e infeliz.”
