Así el cambio climático complica los vuelos en Europa.

En julio pasado, dicen varios comandantes, volar aviones era complicado en Europa. Más de lo usual. Con perturbaciones que aparecen repentinamente en zonas consideradas “tranquilas”. O un mal tiempo tan violento y a gran altura que obliga a largas maniobras a su alrededor. En más de un caso se decidió desviar la aeronave a otro aeropuerto. O cancelar el vuelo por falta de rutas alternativas disponibles. Julio de 2023 fue el peor mes para la gestión de vuelos: ese mes el 44% del retraso registrado se debió al mal tiempo.

El informe

Según los pilotos, los cielos europeos son cada vez más turbulentos e impredecibles. Que señalan con el dedo sobre todo al cambio climático. Los documentos de Eurocontrol, la agencia europea que vigila los cielos del continente (y más allá), dan una idea. En 2023 hubo 10,2 millones de vuelos en la zona (frente a los 9,2 millones del año anterior) y de ellos llegaron “a tiempo” -es decir, dentro de la tolerancia de 15 minutos más allá de los horarios previstos- siete de cada diez.

La comparación

Los retrasos acumulados a lo largo de la ruta, también en el conjunto de 2023, alcanzaron los 18,4 millones de minutos (casi 307.000 horas), calcula Eurocontrol, es decir, un 13,4% más que en 2022. Con un retraso medio por vuelo de 1,81 minutos (frente a 1,75 minutos el año previo). Pero es en el aspecto meteorológico donde la situación empeora significativamente: el retraso provocado por la meteorología ha pasado de 4 millones de minutos en 2022 (0,43 minutos por vuelo) a 5,4 millones (5.386.579 minutos, concretamente), 0,53 por viaje.

El impacto en las operaciones.

A estos hay que añadir también los retrasos (2,4 millones de minutos) -también debidos al mal tiempo- causados ​​a los aviones que aún estaban en tierra y que se vieron obligados a esperar el despegue a la espera de que mejoraran las condiciones en el aeropuerto de salida o al llegar. Los 7,8 millones de minutos totales, según Eurocontrol, representan un aumento del 95% en comparación con los doce meses de 2022. Como nos recuerda Iata (la principal asociación internacional de aerolíneas), la proporción de retrasos debidos al mal tiempo en comparación con el total ha aumentado desde aproximadamente del 11% en 2012 a casi el 30% en 2023.

Los testimonios

«El tiempo está cambiando visiblemente y rápidamente, especialmente en Europa», afirma un comandante de Airbus A330 y A350, acostumbrado por tanto a volar por cielos de diferentes contextos climáticos. «Hay acontecimientos extremos limitados en el espacio y en el tiempo, también son repentinos». Seamos claros: “Siempre ha habido mal tiempo – precisa -, pero esta vez es peor y nos crea más problemas”.

“Clima tropical”

«Desde que volé en 1987, cuando me uní a la Fuerza Aérea, hasta hace poco nunca he tenido que evitar una perturbación en Europa a altitudes superiores a los 35-36 mil pies (10-11 mil metros, ndr.) », dice otro piloto, que Es desde hace algún tiempo comandante de los Boeing 737, 777 y 787, «pero últimamente el clima se ha vuelto, diría yo, “tropical”: hay tormentas muy violentas y perturbaciones que a menudo superan los 40-45 mil pies”. Y, continúa, “incluso las turbulencias se han vuelto realmente fuertes y peligrosas para los pasajeros si no llevan puesto el cinturón de seguridad”.

Cambio climático

Daniele Veronelli, comandante del Airbus A320 y miembro del departamento técnico de Anpac (Asociación Nacional de Aviación Civil Profesional), también confirma que algo ha cambiado. «En los últimos 4 o 5 años ha habido dificultades para predecir el tiempo en relación con la zona y la época», afirma al mensajero. “Ahora tenemos inviernos secos, nevadas en marzo y tormentas inesperadas en primavera y verano”.

Fenómenos extremos

Veronelli subraya también que incluso las mismas previsiones “son menos fiables” ante “eventos más extremos”. “El cambio climático se percibe”. Y esto también conduce a que «los fenómenos atmosféricos no sólo “se desplacen” de su período típico con respecto al área», sino que también «se desplacen precisamente al área». Según la base de datos europea de fenómenos extremos, las notificaciones de granizo y lluvias intensas registradas en 2023 aumentaron un 18% respecto a 2022.

Las consecuencias para los transportistas

Todo esto, recuerda la IATA, repercute en los costes de las compañías aéreas, así como en los viajeros y en el medio ambiente, porque, entre otras cosas, si una granizada daña un avión (como le ocurrió al vuelo de Delta el verano pasado sobre Lombardía), será necesario intervenir en las reparaciones y en el alojamiento de más de 200 pasajeros antes del avión de sustitución. Una situación – afirma la asociación de transportistas – que requiere “una mayor flexibilidad operativa, de lo contrario los retrasos en los vuelos probablemente se convertirán en un problema aún mayor”.

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