“A los 8 años descubrí todo”

Siempre muy reservado y reacio a mostrarse en la televisión, ayer Nico Cutugno – único hijo de Toto Cutugno, fallecido el pasado verano a la edad de 80 años – fue invitado a domingo en para hablar sobre el padre y su relación. Nacido en el 89 de una relación extramatrimonial, fue la esposa del cantante, Carla Galli, quien le impulsó a reconocerlo. “Sigue siendo algo que nació del amor, así que no tiene nada de malo”, le dijo a Mara Venier, describiendo un vínculo profundo.

De niño Nico siempre lo vivió como un papá normal, sin saber nada de su trabajo: “Para mí él era simplemente mi papá. Era normal verlo y lo veía a menudo, pero no tenía idea de quién era, de que Tenía una vida pública. Hay un episodio que siempre recuerdo con una sonrisa – dijo – Estaba en el coche con él, en la radio decía ‘Quiero ir a vivir al campo’. Él conducía, yo. Estaba al lado de él, un niño, y algo no me cuadraba porque el timbre de su voz era muy reconocible. Me dijo que era ingeniero. Era una manera de protegerme y proteger mi privacidad”.

Lo descubrió todo a los 8 años: “Cuando se supo que era un personaje famoso fue un shock. Me enteré porque salió un artículo en los periódicos y así me lo tuvieron que decir. Era un padre actual – explicó más – siempre sentí mucho amor de él también era extremadamente joven, muy tranquilo incluso con mis amigos, dondequiera que íbamos siempre estaba en la broma, pero se aseguraba de que yo tuviera a esos dos. /tres reglas de respeto y educación donde yo había sido inapropiado, él se acaloraba mucho y rápidamente se ponía nervioso.”

La primera fase del tumor y los últimos días juntos

Nico siempre ha estado cerca de su padre, desde la primera fase de la enfermedad: “Yo tenía 18 años. Él lo vivió a su manera, tal vez no había aceptado esto, no se tomó el tiempo para curarse”. , para sentirme cómodo, yo recuerdo que hacía quimioterapia entre semana y iba a conciertos el fin de semana, incluso cuando se le caía el pelo, inventó esto que era para una ficción, logró luchar con mucha valentía, por mí. Fue una gran fuente de inspiración para no ceder ante su enfermedad”. A medida que fui creciendo, las cosas cambiaron: “Papá tenía 80 años, yo 34, siempre tuve el pensamiento de perderlo. Compartimos literalmente los últimos días de su vida con gran ternura y cariño, muchas veces en silencio, y fue precisamente la presencia para cuidar un momento tan dramático”.

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