“Un mundo aparte”: reseña de una película que cuenta las dificultades de los territorios de montaña, gracias a Antonio Albanese y Virginia Raffaele

“Un mundo aparte”: reseña de una película que cuenta las dificultades de los territorios de montaña, gracias a Antonio Albanese y Virginia Raffaele
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“Aquí la resignación se come a bocados, como la estafarza”.

Esta frase, repetida varias veces en la película recién estrenada Un mundo aparte, refleja eficazmente el presente de muchos pueblos de montaña, erosionados por la despoblación, arañados por el abandono.

Un patrimonio humano que desaparece incluso antes de desvanecerse realmente, debido a la resignación que avanza de la mano de los servicios que se van reduciendo, hasta el punto de hacer un lugar difícil para vivir. Así se desencadena el fatídico cortocircuito: Menos habitantes, menos servicios, más resignación. Resignación a abandonar para siempre el propio territorio en busca de otro lugar capaz de garantizar un futuro libre de precariedad.

Es una dinámica social que se extiende de año en año y que, por desgracia, abarca los Alpes y los Apeninos, pero de la que todavía no se habla mucho.: tanto a nivel político como mediático. Debido a esto Un mundo aparte resulta una película preciosa, porque lleva a la gran pantalla (hoy se ha proyectado en más de quinientas salas nacionales) una muestra social italiana conocida por pocos.

La trama, que ve a los protagonistas como protagonistas. Antonio Albanese Y Virginia Raffaele En el papel de profesor y subdirector, se desarrolla en el Parque Nacional de Abruzzo, en una ciudad donde la escuela, con una única escuela multiclase, se ve obligada a cerrar por falta de alumnos. Con el cuidado adecuado, el director Ricardo Milani decidió alternar momentos trepidantes, donde se resalta la mirada dulcificada del maestro acostumbrado a observar las montañas desde la llanura, con pasajes más ásperos, a veces melancólicos, de los que emergen las dificultades que agotan estos territorios. Para realzar el carácter montañés se utilizaron algunos excesos narrativos, algunas forzaciones, algunos clichés: por ejemplo, el lobo, un animal notoriamente tímido, aparece varias veces. Pero poco importa: el mensaje subyacente es claro, como lo esEs clara la voluntad del director de concluir la historia ofreciendo una perspectiva de esperanza.

Una esperanza que, sin embargo, una vez más sólo se materializa gracias a la fuerza de voluntad y a la ética cívica de los individuos: lo que se denuncia indirectamente es, por tanto, la ausencia de una visión política encaminada a reactivar dinámicas de habitabilidad en los territorios de montaña; destinado a incluir lo que ahora se percibe como “un mundo aparte”.

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