A un tunecino de 37 años se le prohibió acercarse al ofendido y tuvo que llevar una pulsera electrónica. La medida fue ejecutada por la Policía y fue ordenada a raíz de una denuncia presentada por una joven italiana, expareja del hombre.
Un control obsesivo
La mujer había decidido terminar la relación debido a la atención obsesiva y el control constante que ejercía el hombre, lo que generaba en ella una sensación de inseguridad y opresión. A pesar del fin de la convivencia y del regreso de la mujer a Modica, el hombre continuó acosándola, enviándole llamadas a todas horas y persiguiéndola con peticiones compulsivas de reconciliación.
Los acosos e insultos recibidos en lugares públicos, en presencia de amigos y familiares, obligaron a la mujer a cambiar sus hábitos de vida, evitando incluso salir de casa salvo por motivos laborales.
Tras la denuncia presentada por la mujer, de inmediato se activó el llamado código rojo. En pocos días, los agentes de la comisaría de Modica recogieron testimonios de la víctima, de sus familiares y de otras personas conscientes de las actitudes persecutorias del hombre. Estos elementos permitieron a la Fiscalía de Ragusa obtener del GIP una medida cautelar que prohibía el acercamiento.
La pulsera electrónica aplicada al hombre le permitirá controlar sus movimientos y asegurarse de que no se acerque a menos de 500 metros del denunciante. En caso de violación de esta medida, se prevé la detención diferida.
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