faltan voluntarios, burocracia demasiado complicada

faltan voluntarios, burocracia demasiado complicada
faltan voluntarios, burocracia demasiado complicada

SANT’APOLLINARE (ROVIGO) – Sin música y sin buena comida, será un verano más triste: Sáltate la histórica fiesta de Sant’Apollinare en la pedanía de Rovigo. Una decisión tomada a regañadientes por los organizadores, pero inevitable por dos motivos principales: escasez de voluntarios y las exigencias apremiantes de la burocracia.
Con una breve nota difundida en las redes sociales, la comisión de la feria “La Speranza” confirma los rumores que se han filtrado en los últimos días: «La comisión de la fiesta patronal informa que este año la tradicional fiesta patronal de San Apolinar, por motivos organizativos, se celebrará no tendrá lugar. Para celebrarlo juntos, habrá dos veladas con cena y acompañamiento musical: convivencia a base de carne el 20 de julio, cena a base de pescado el sábado 27 de julio. Las reservas ya están abiertas para estos dos eventos.” Valter Roana, uno de los representantes, añade: «Esta decisión se tomó porque los voluntarios han disminuido y falta fuerza humana, siempre están involucradas las mismas personas. Además, existen una serie de requisitos burocráticos, incluidos los online, que son realmente difíciles de afrontar.”

Festival cancelado

La noticia fue recibida con asombro por los vecinos de la aldea, pero sobre todo por los fieles clientes de otros países. La histórica fiesta de San Apolinar, de hecho, atrae desde hace más de veinte años a cientos de comensales llegados de Rovigo y de la provincia. Charla en la mesa, brindis con amigos, sabores tradicionales: estos fueron los secretos del éxito. El evento también logró superar las consecuencias de la emergencia de Covid, reorganizando la fiesta después del parón impuesto en 2020. Las últimas ediciones cumplieron con las expectativas de los organizadores, que destacaron – con orgullo – los datos de la edición de 2023: ocho veladas. en el calendario y la misma cantidad de entradas agotadas. Los menús siempre han ofrecido alternativas a carnes y pescados, tanto en primer como en segundo plato. También fueron muy conocidas las orquestas que llegaban de todo el Véneto para animar las veladas musicales. Hace un año el festival abrió sus puertas el jueves 13 y lunes 24 de julio, para finalizar con broche de oro, los fuegos artificiales habían iluminado todo el caserío.
Este año, sin embargo, no se encenderán las luces en la aldea, a excepción de las dos noches del 20 y 27 de julio, que representan, sin embargo, una especie de plan B. La esperanza de los vecinos y aficionados al festival es que, en 2025, los problemas organizativos queden definitivamente atrás, para intentar volver a poner en el calendario la histórica fiesta de San Apolinar. Con el tiempo, la aldea ha perdido mucho en términos de voluntariado, cohesión social y sentido de comunidad. La oferta de vivienda no ha experimentado un aumento de socialidad, al menos en los últimos veinte años. Érase una vez grupos de personas que animaban el caserío con actividades deportivas y de entretenimiento, por ejemplo, alguien inventó una especie de torneo de juegos llamado “Juegos sin barrio”, o la construcción de carrozas de Carnaval.

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