Carta del obispo al alcalde Nargi: “Atención a los pobres y al bien común”

Carta del obispo al alcalde Nargi: “Atención a los pobres y al bien común”
Carta del obispo al alcalde Nargi: “Atención a los pobres y al bien común”

avellino

por Arturo Aiello*

Tras los tumultuosos días de campaña electoral, se hizo el silencio. Aún hoy me pregunto, a pesar del legítimo enfrentamiento político: ¿no se abren camino la verdad y el bien? Dos imágenes me parecen que pasan a la historia de este último mes: el apretón de manos de Gengaro que, como caballero, fue a felicitar a su oponente ofreciéndole cumplidos, en su “lunes negro”, y un baile que Nargi y Gengaro Lo había hecho, invitado a la fiesta de un amigo en común, después de las últimas acaloradas manifestaciones. Ese baile me recordó los “giros de vals” que Francesco Giolitti, en épocas épicas de la historia de nuestra Italia, inventó para identificar y justificar los contactos secretos que tenía con representantes de naciones oficialmente adversarias. Después de él, a lo largo del siglo XX y en estas primeras décadas del nuevo Milenio, hemos visto muchas otras transformaciones que, en comparación con los intentos de Giolittian, hacen que estos últimos parezcan cuentos de hadas para niños. Pero volvamos al vals entre Laura y Antonio que podría ser cualquier cosa menos una coincidencia o una idea final de un sutil mensaje subliminal cuando imperaba el imperativo del gran silencio. I Partiría de ese gesto, de ese vals improvisado e inocente, para diseñar el nuevo gobierno de la ciudad.

Querida Laura, ante todo mis mejores deseos y felicidades por el resultado obtenido por ti y tu equipo. Le diré enseguida que no me gustaría estar en su lugar estos días en los que elige el equipo que gobernará la ciudad de Avellino. Hasta ahora han prevalecido las estrategias electorales, la oposición ficticia de “centro-periferias”, el ondeo de banderas, las promesas de ambos candidatos, los fuegos artificiales como para ganar el scudetto (¡somos un pueblo de estadio!), pero ahora el bien común debe prevalecer el imperio y no el imperio de un partido. Cuando prestes juramento como primer ciudadano de Avellino no lo harás como alcalde de un partido, sino como director y guardián de un patrimonio que concierne a todos, ganadores y perdedores. Ahora es el tiempo de la ciudad, de sus necesidades más verdaderas y olvidadas, ante todo del pueblo, de todos, sin ningún tipo de exclusión y, si ha de haber predilección, habrá que dirigirla hacia los bolsillos. de pobreza de Quattrograne, de Valle, de Rione-Ferrovia. No os escribo como obispo, sino como ciudadano que teme que “no se puedan hacer partes iguales entre desiguales”, como escribió don Lorenzo Milani.

Para elegir la ciudad y darle un gobierno estable, tu equipo debe ser lo más inclusivo posible, evitando la división entre ganadores y perdedores y eligiendo colaboradores competentes incluso entre listas que no han subido al podio de la victoria. No pretendo cancelar la tarea de la oposición, que debe ser inteligente y, cuando sea necesario, colaborativa, sino, en el desempeño de sus roles, pensar más allá de las vallas y de la antigua y corroída lógica partidista.

La ciudad necesita estabilidad y proyectos a largo plazo que sólo pueden lograrse con un equipo que mantenga unidas las diferentes almas. Sé que es difícil, pero es la elevada tarea a la que estáis llamados, en este momento solemne, evitar equilibrios inciertos e intervenciones de corto plazo que justifiquen el adagio histórico de que la última victoria es la base de la guerra futura. Vuestro Obispo, que no quiere confundir capacidades que son y siguen siendo diferentes, os acompaña en estos días decisivos para el futuro de nuestra ciudad, reza por vosotros y os bendice. Laura, ya es hora de la ciudad.

Quién sabe, tal vez ese vals improvisado en una fiesta sea la clave de nuestro futuro.

*Obispo de Avellino

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