“Potenciar los talentos de cada joven”. Y la educación entendida como una “inversión” y no como un gasto.
El mensaje que proviene del G7 sobre Educación, que tuvo lugar en Trieste estos últimos días, es contundente e inequívoco: debemos centrarnos en la educación y superar las desigualdades. En el documento final, compuesto por 22 puntos y firmado por unanimidad por los participantes del importante encuentro, se subraya cómo es necesario insistir en la calidad de la educación y de la instrucción con el objetivo de trazar un camino claro y común hacia sociedades sostenibles y individuos resilientes. La educación se considera unánimemente un “derecho humano universal”, un derecho que todavía lucha por afirmarse, en particular para las niñas, las mujeres y las personas con discapacidad. Un derecho que está en peligro, entre otras cosas, por el impacto negativo de los conflictos actuales en todo el mundo.
Éstas son algunas de las provocaciones más fuertes que la reunión de Trieste quiso llamar la atención del mundo. Los Ministros de Educación del G7, pero no sólo ellos, ya que a la cumbre también asistieron el Comisario Europeo de Educación, los líderes de la Unión Africana, los representantes de las principales organizaciones internacionales competentes en la materia (OCDE, UNESCO, Unicef). la Alianza Global para la Educación (Gpe), así como el Ministro de Educación de Ucrania y el Ministro de Educación de Brasil, actual Presidencia del G20. Más de 100 participantes, con 17 Jefes de Delegación. En definitiva, un escenario autorizado para hablar de escuela con alcance internacional.
En realidad, no fue suficiente para ganar titulares importantes en los medios de comunicación, que seguramente informaron sobre el encuentro, pero las reflexiones de Trieste probablemente habrían merecido algunas portadas o reportajes más. Por supuesto, también se habló de inteligencia artificial. Incluso si lo que hoy se necesita en el mundo de la educación y las escuelas parece más bien la inteligencia natural y nativa de las instituciones, que realmente demuestren que creen, más allá de declaraciones grandilocuentes, en el valor de los procesos educativos.
No es casualidad que entre los temas candentes esté el de las inversiones, del dinero disponible para el mundo educativo. Laura Frigenti, directora general del Gpe, lo dijo sin pelos en la lengua: “La Alianza Mundial para la Educación aplaude el reconocimiento explícito del poder transformador de la educación y del papel central de la reforma de los sistemas educativos”. Cierto. Y añadió que “agradece profundamente el firme apoyo de la Presidencia italiana, que reconoce que alcanzar los objetivos educativos es imposible sin inversiones sustanciales”.
Invertir más es un tema transversal. Y la importancia de invertir “de forma más equitativa, eficaz y eficiente en educación” se subraya al final de la declaración final del G7, para dar sustancia a los objetivos discutidos por los ministros: inclusión, valorización de los talentos, internacionalización cooperación, innovación educativa y desarrollo de las habilidades necesarias para el futuro. Sin olvidar la valorización de los docentes. Precisamente sobre esto, el Ministro Valditara reiteró en la rueda de prensa: La valorización de los docentes debe pasar no sólo por un aumento salarial, sino devolviéndoles la importancia social que merecen. Los profesores, considerados el pilar de la escuela, realizan la labor más importante ya que dan forma al futuro de los jóvenes. Es esencial convencer a la sociedad de la importancia central del papel de los docentes, que debe ser valorado y defendido adecuadamente.”
Nada que añadir.
