Investigado por pedofilia, tras la prescripción regresa como párroco en Reggino

Investigado por pedofilia, tras la prescripción regresa como párroco en Reggino
Investigado por pedofilia, tras la prescripción regresa como párroco en Reggino

REGIO DE CALABRIA Investigado por pedofilia en 2017 tras la denuncia de un joven de origen rumano, el caso judicial de un sacerdote se cerró por prescripción. Tras una suspensión “cautelarmente a la espera de las conclusiones de las investigaciones en curso”, al final del proceso, estancado en 2019 debido al tiempo transcurrido desde los abusos, el hombre fue nombrado colaborador pastoral en Bagnara Calabra. Hoy es párroco de la iglesia de Concessa, en la periferia norte de Reggio Calabria. La historia del cura de “doble vida”, ex párroco de San Gregorio, se cuenta en las páginas de Ocurrencia cotidiana. Fue Roberto di Palma, actual fiscal del Tribunal de Menores de Reggio Calabria, quien recogió la denuncia del entonces de 14 años. En la acusación se lee que el sacerdote “con múltiples acciones ejecutivas del mismo plan criminal”, habría “realizado actos sexuales (felación) con una persona que era menor de 14 años en el momento de los hechos”. Todo “con el agravante de haber cometido el delito, en algunos casos, mientras el ofendido se encontraba en estado de ebriedad”. Contra el sacerdote que «celebraba misa durante el día vistiendo la sotana y por la noche se quitaba el cuello para salir en su Mini Cooper en busca de transgresiones», «acusaciones muy graves – reconstruye el periódico – a las que se añadió el material de pornografía infantil encontrado durante el registro en la casa del párroco pero, sobre todo, las escuchas telefónicas que cerraron el círculo de la investigación». «Cuando leyó esas escuchas telefónicas, en las que el sacerdote investigado hablaba de encuentros sexuales, incluso en grupos (muchos de ellos con personas que lo consentían), monseñor Morosini no sólo lo sacó de la iglesia de San Gregorio, sino que tendió una mano a los abusados. niño poniéndose – escribe la edición calabresa del periódico de los obispos – “en una actitud amorosa hacia las presuntas víctimas, pidiendo perdón por los daños causados”. Un gesto de no poca importancia, el de monseñor Morosini, que eligió un rumbo muy diferente al de su sucesor. Quien, haciendo alarde del garantismo de una Iglesia atenta al pecador, responde a las polémicas de las últimas horas, aparecidas en algunos sitios locales, con un trozo de tela peor que el agujero. La nota publicada en el sitio web institucional de la archidiócesis, de hecho – leemos en Fatto Quotidiano – mezcla las cartas y así la prescripción (que no es una condena, pero tampoco una absolución) se convierte “milagrosamente” en un archivo.. “Tras la desestimación de los cargos presentados contra él por relaciones con un menor, así como la declaración del Dicasterio vaticano competente, – se lee en el comunicado – la diócesis, que siguió servilmente las indicaciones del Dicasterio romano, consideró apropiado durante todo un bienio, apoyar y hacer acompañar al citado sacerdote por un psicoterapeuta especialista, ajeno a la realidad eclesial, y por dos cohermanos. Al final de este proceso, se consideró objetivamente posible confiarle el papel de colaborador pastoral (no de “párroco”) de la parroquia de S. Maria ei XII Apostoli en Bagnara Calabra y, en última instancia, el de administrador pro tempore de la parroquia de S. María del Buen Consejo en Concessa”.

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