La historia de la ruta Piendibene al Pincio; una historia llena de giros y vueltas con un final, quizás, impredecible para muchos
Ni la mejor Agatha Christie en su época más brillante habría sido capaz de escribir una historia tan compleja y, sobre todo, con un epílogo tan sorprendente.
Marco Piendibene, aunque reconocido por todos como un hombre de gran capacidad administrativa sellada por años de experiencia y presencia en el Ayuntamiento, hasta hace unos meses se consideraba lejos de la victoria final.
Grandes contrastes dentro de su partido, el PD, donde una parte clamaba que no se le reconociera como líder y pedía a gritos “primarias”.
Pero Piendibene siempre ha creído en su proyecto (hay que darle crédito a él) y ha seguido su camino como un tanque.
Trabajó bien, habló individualmente con cada ciudadano, explicó su programa y se afirmó como un hombre de familia sin esqueletos en el armario.
Evitó polémicas con la derecha, aunque podría haber dado un golpe a un proyecto, el de Massimiliano Grasso, que era el copia y pega de la administración a la que se opuso durante cinco años en los escaños de la oposición.
Aquí llega el guión de algún “mago” de la estrategia electoral, probablemente un ávido lector de las novelas policíacas de Agatha Christie. Según los directamente implicados, faltaba una parte de determinados votos en una lista de Poletti. ¿Qué pasó con esos votos?
Nunca lo sabremos, pero ¿a quién le importa hoy?
El caso es que Piendibene aventaja al “General” Poletti por 3 puntos porcentuales y alcanza merecidamente el premio de poder competir en la segunda vuelta.
Dos semanas que pasaron volando. Piendibene necesitó quince días para cerrar el acuerdo con D’Antò. Las matemáticas en este punto restablecieron la equidad.
