“Extensión ardiente sin zonas de sombra y vigilancia”

“La utilidad de los parques urbanos está estrictamente relacionada con su usabilidad para todas las categorías de ciudadanos, en todas las fases del día. Partiendo de este postulado, es doloroso constatar cómo la usabilidad del Parque “Campi Diomedei”, a pesar de la indudable belleza cromática generada por la extensión verde que lo caracteriza, es actualmente muy, muy limitada”.

A través de una nota dirigida a la prensa y publicada en sus perfiles sociales, el concejal Maurizio Accettulli quiso transmitir – en nombre de todo el grupo concejal de la FdI – una serie de consideraciones sobre los Campi Diomedei, actualmente abiertos al público sólo parcialmente pero ya destinatarios de diversas controversias transversales.

“Como cualquiera puede comprobar al acudir al parque en las horas centrales del día en épocas calurosas como la que estamos viviendo en este período, la ausencia total de árboles dignos de ese nombre y en consecuencia de áreas de sombra funcionales para el refresco de aquellos Quienes no quieren cocinar hacen que el parque adopte la forma de una extensión de fuego útil sólo para los más valientes (o masoquistas, según se mire) tomando el sol. De hecho, desde las 10h hasta el atardecer (sobre las 20h), permanecer en el parque es una verdadera tortura: los pocos pequeños árboles colocados en los bordes son insuficientes, en número y tamaño, para dar cobijo a quienes desean evitar el sobrecalentamiento debido a la exposición al sol. y el agua de las fuentes arde literalmente. Pruébalo para obtener credibilidadépocas”.

“Sería interesante entender – añade el exponente de Fratelli d’Italia – si el ejecutivo municipal, en los concejales responsables de la gestión ambiental y verde pública, tiene en mente la provisión de soluciones destinadas a remediar esta flagrante criticidad. Por ejemplo, dado que el coste de trasplantar un árbol ya grande ronda los 1.000 euros, se espera menos de la mitad del gasto para la posible instalación de la obra de arte contemporánea ‘Corazones Luminosos’, financiada por patrocinadores pertenecientes a la empresa local, una notable y se garantizaría una integración decisiva de los árboles. Eso sí, no se trata de elaborar un ranking subjetivo de satisfacción entre las dos intervenciones, sino de sopesar su funcionalidad práctica objetiva: estamos a favor de instalaciones artísticas que den prestigio estético a la ciudad y por tanto también de la concebida por Felice Limosani pero, en la escala de prioridades, los servicios, la usabilidad y la seguridad son lo primero”.

De ahí el énfasis de Accettulli en la necesidad de garantizar el cumplimiento de las normas y reglamentos: “La ausencia total de supervisión, como ocurre evidentemente, favorece las prácticas de incivilidad a las que un porcentaje de nuestra comunidad – lamentamos subrayarlo – está acostumbrado: los “La degradación generada por los excrementos de perro esparcidos por las zonas verdes, por las botellas de vidrio y los restos de comida rápida abandonados fuera de los contenedores (a menudo llenos) requeriría una supervisión fija y rigurosa por parte de la policía municipal”.

Por último, Accettulli subraya la falta de una normativa bien explicada a la espera de la apertura de la zona para perros prevista por el proyecto: “Todo parque urbano que se precie (y en Italia hay muchos, pensemos por ejemplo en el parque Sempione de Milán, el parque Amendola de Módena, por citar solo dos) tiene en su interior una zona dedicada y equipada para permitir que nuestros amigos de cuatro patas jugar libremente sin perturbar el descanso o las actividades deportivas de otros conciudadanos. A la espera de verlo también en los Campi Diomedei, es evidente la necesidad de instalar tablones de anuncios reglamentarios que recuerden a los propietarios de perros -categoría a la que pertenezco con orgullo- la obligación reglamentaria de llevar una correa que no debe medir más de un metro y medio. Como portavoz de los ciudadanos en el ayuntamiento, recibimos diariamente informes de corredores, ciclistas o simples peatones que padecen cinofobia y se ven obligados a observar el arrogante y soberbio incumplimiento de estas normas de civismo y de derecho.
La belleza debe ser fomentada, monitoreada, regulada y hecha accesible a todas las categorías de ciudadanos, protegiendo sus derechos.
¿Será posible pronto o tener un parque urbano verdaderamente útil, civilizado y verdaderamente inclusivo seguirá siendo una utopía inalcanzable?”.

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