Piazza Europa, “Cédric el Cedro” escribe a los cuneos: “Vuestro conciudadano desde 1970”

Piazza Europa, “Cédric el Cedro” escribe a los cuneos: “Vuestro conciudadano desde 1970”
Piazza Europa, “Cédric el Cedro” escribe a los cuneos: “Vuestro conciudadano desde 1970”

Se trata de un mensaje que empezó a circular en las últimas horas en los chats de Whatsapp, difundido por un autor que prefiere permanecer en el anonimato. Habla “en nombre” de los árboles de Piazza Europa, como lo había hecho un lector de nuestro periódico. En efecto, para ser precisos: en nombre de uno de ellos -no importa cuál-, rebautizado como Cédric el Cedro.

El cedro “parlante” del Atlas dirige una carta abierta a los cuneos que es un amargo de más de medio siglo de vida urbana, vivido a través de los cambios de costumbres y de los pequeños y grandes acontecimientos que han afectado a la plaza. El mismo donde esta tarde, a partir de las 16 horas, se reúnen los opositores al proyecto de reurbanización del Ayuntamiento que prevé la tala de árboles.

A continuación se muestra el texto del mensaje:

Amigos, yo estuve allí.

Estuve allí en 1973, el año de la crisis energética, cuando cientos de habitantes de Cuneo hacían cola en la gasolinera de Piazza Europa. Estuve allí en 1974, cuando los ciudadanos pasaron por mis sucursales regresando de las urnas después del referéndum sobre el divorcio. Estuve allí en 1976, cuando decenas de coches salieron a las calles tras el rumor de un terremoto que supuestamente azotaría Cuneo; afortunadamente, nunca ocurrió.

Experimenté tus preocupaciones y tus alegrías.

En 1982 me encontré rodeado de mil banderas tricolores, celebré contigo la victoria de Italia en el Mundial. Y también en 2006 observé con incredulidad a una multitud de cuneos que se arrojaban con entusiasmo a la fuente de Piazza Europa. Estuve ahí cuando los jóvenes empezaron a caminar con Walkmans escuchando “Vamos a la playa” y “Tropicana”. Saludé a los corredores del primer Stracôni, en 1979, y desde entonces los espero con alegría todos los años. Vi cómo el pelo de los chicos que pululaban desde los institutos se hacía más largo, más corto, teñido en mil tonos, según la moda del momento. Vi los pantalones acampanados, los petos, los vaqueros con parches. Estuve allí cuando Estados Unidos retiró sus tropas de Vietnam, cuando Pertini asumió la presidencia de la República y cuando cayó el Muro de Berlín.

Mis ramas se cubrieron de copos blancos con las grandes nevadas de 1985 y la de 2006. Sobreviví a la inundación de 1994, cuando la lluvia seguía cayendo y parecía no parar nunca. Pero luego volvió el sol. Vi con tristeza cómo cortaban el agua de la fuente, asistí a conciertos, manifestaciones, mítines y las mil caídas en la pista de patinaje. Me llené de confeti al pasar el Carnaval y te di cobijo en el calor de agosto.

Viví contigo los cambios en Piazza Europa, la alternancia de tiendas bajo los soportales, las luces navideñas. Vi la vida de la ciudad fluir bajo mis ramas. Y yo la amaba.

Desde 1970 su conciudadano,

Cédric el cedro

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