LOS DEMÓCRATAS CATÓLICOS Y LA BOLETA DE PERUGIA

Con motivo de la votación del 24 de junio en Perugia, el tono en el mundo católico se elevó de manera inapropiada. Al respecto, el Prof. Mario Tosti, exponente del catolicismo democrático en Perugia y coordinador del PD Perugia, nos envía el siguiente texto que nos complace publicar:

“Aquí vamos de nuevo, se podría decir. Han pasado varias décadas desde la caída del Muro de Berlín y el fin de la República de los partidos y puntualmente, en cada vuelta electoral, política o administrativa, una parte del mundo católico se ve obligada a recordar las motivaciones teológicas y eclesiales que impulsan a tantas personas. mujeres y hombres para presentarse a partidos y listas de centro izquierda. Frente a las consideraciones, a veces reales acusaciones de herejía, por parte de los exponentes del polo centroderecha, reiteramos nuestras profundas convicciones que hacen de la Constitución de nuestra República y del Concilio Vaticano II la referencia obligada, el verdadero y propio parteaguas. La Constitución, carta fundamental de las normas seculares de nuestra vida civil, a la que han hecho una contribución fundamental las ideas y valores de la cultura del catolicismo liberal y social, que todas las fuerzas políticas en este campo deben reconocer y respetar, y el Concilio Vaticano II, que transformó la imagen de la iglesia tridentina clerical y verticalista en la iglesia del pueblo de Dios, reconociendo también el principio de que una fe idéntica podría conducir a opciones políticas diferentes. Del reconocimiento de estos hitos surge una actitud política capaz de abordar los problemas de la secularización, que lee los signos de la realidad, que no subraya la identidad diversificadora y promueve nuevas investigaciones, nuevos modos de caminar. El resultado es una actitud que no es de inmovilismo, ni de una posición conservadora y defensiva, sino de un intento de comprender los desafíos, en la perspectiva de un desarrollo progresivo de la justicia social y la paz. Cuanto menos se identifique la comunidad cristiana con uno de los polos, más alimentará la conciencia cristiana la conciencia civil colectiva. Nunca hemos juzgado ni apelado contra algo o alguien y, francamente, estamos cansados ​​de seguir encontrando, incluso en autorizados exponentes de la derecha local o algún párroco o diácono de la periferia, la referencia a la religión como instrumento de poder, a la reducción de la fe a la política o de la política a la fe. Por tanto, hacemos un llamamiento a todo el mundo católico para que baje el tono, para que midan el lenguaje, conscientes de que después del 24 de junio el conflicto político podría dejar divisiones en el tejido eclesial de nuestra diócesis. Nosotros, sin hacer una “política cristiana”, hacemos una “política cristiana” conscientes de que trabajamos y trabajaremos siempre para construir la ciudad del hombre”.

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