Dolor por los suicidas. No cedas al desánimo

Dolor por los suicidas. No cedas al desánimo
Dolor por los suicidas. No cedas al desánimo

El Papa lamenta los suicidios en prisión y anima: “La vida siempre vale la pena ser vivida”. Al llegar a la prisión de Montorio y ser acogido con alegría en el césped del interior del centro penitenciario, Francisco subraya: “Con dolor he sabido que desgraciadamente aquí, últimamente, algunas personas, en un gesto extremo, han renunciado a vivir. Es un acto triste. esto, a lo que sólo pueden conducir una desesperación y un dolor insoportables.” “Por eso – añade el Pontífice -, mientras me uno en la oración a las familias y a todos vosotros, quiero invitaros a no ceder a la desesperación. La vida siempre vale la pena ser vivida, y siempre hay esperanza para el futuro, incluso cuando todo parece. Nuestra existencia, la de cada uno de nosotros, es importante. No somos materia de desecho. Es un don único para nosotros y para los demás, para todos, y sobre todo para Dios, que nunca nos abandona, y que de hecho conoce. cómo escuchar, alegrarse y llorar con nosotros y siempre perdona.”

Como siempre, el Pontífice presta gran atención al mundo del castigo. “Conocemos la situación de las prisiones, que a menudo están superpobladas, lo que provoca tensiones y fatigas. Por eso quiero decirles que estoy cerca de ustedes y renuevo el llamamiento, especialmente a quienes pueden actuar en este ámbito. seguir trabajando por la mejora de la cadena perpetua”. “Para mí – añade – entrar en una prisión es siempre un momento importante, porque la prisión es un lugar de gran humanidad. Sí, es un lugar de gran humanidad. De humanidad probada, a veces fatigada por las dificultades, los sentimientos de culpa, los juicios, incomprensiones y sufrimiento, pero al mismo tiempo lleno de fuerza, de deseo de perdón, de deseo de redención”. “Y en esta humanidad, aquí, en todos vosotros, en todos nosotros, está hoy presente el rostro de Cristo, el rostro del Dios de la misericordia y del perdón”, recuerda, añadiendo de improviso: “No olvidéis: Dios perdona todo y siempre perdona.”

Francesco, recibido a su llegada por la directora Francesca Gioieni y por el director de la Policía Penitenciaria Mario Piramide, así como por el saludo de un recluso, permaneció para almorzar en la prisión. La propia directora Gioieni dijo en su discurso de bienvenida: “No queremos ser carceleros y presos, sino una comunidad que, respetando las reglas, consigue convivir”. En Montorio están representadas 40 nacionalidades y diferentes religiones. Por eso, al salir, el Papa expresó su intención de bendecir a todos en silencio, para que “cada uno la reciba a su manera”, dijo, respetando las diferencias religiosas.

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