«Sin embargo, hay un aspecto crucial a considerar: la comunicación efectiva de estas excelencias a los actores institucionales y a la comunidad. Con demasiada frecuencia, los destinos turísticos italianos descuidan el valor de las certificaciones ambientales a la hora de promocionar el territorio, perdiendo de vista el potencial para atraer visitantes preocupados por la sostenibilidad. La Bandera Azul no es sólo un símbolo de prestigio, sino un incentivo para mejorar la calidad del destino y la competitividad del territorio” añadió.
«Mejora la visibilidad de la ciudad, diferenciándola de la competencia y respondiendo a las crecientes expectativas de los turistas interesados en experiencias auténticas y sostenibles, un verdadero motor de “desarrollo económico”. Para maximizar las ventajas de la Bandera Azul, es necesario un compromiso conjunto de las autoridades locales, las organizaciones institucionales y los operadores del sector para promover activamente el territorio y consolidar prácticas de sostenibilidad y modelos virtuosos como el buen ejemplo de gobernanza de Bisceglie Approdi”, concluye.