Siena recordó a Santa Catalina, copatrona de Europa

“El compromiso de Caterina para resolver los numerosos conflictos que desgarraban la sociedad de su época fue incansable. Su labor pacificadora llegó a soberanos europeos como Carlos V de Francia, Carlos de Durazzo, Isabel de Hungría, Luis el Grande de Hungría y Polonia, Juana de Nápoles. Su acción para reconciliar a Florencia con el Papa fue significativa… Catalina, sin embargo, sabía bien que no se podría llegar efectivamente a esta conclusión si las almas no hubieran sido moldeadas primero por el vigor del mismo Evangelio.

De ahí la urgencia de la reforma de las aduanas, que propuso a todos, sin excepción. Recordó a los reyes que no podían gobernar como si el reino fuera su “propiedad”: conscientes de tener que responder ante Dios por la gestión del poder, más bien debían asumir la tarea de mantener la “justicia santa y verdadera”, convirtiéndose en ” padres de los pobres’. En efecto, el ejercicio de la soberanía no puede separarse del de la caridad, que es a la vez alma de la vida personal y de la responsabilidad política”.

Con estas palabras, extraídas del motu proprio ‘Spes Aedificandi’ del 1 de octubre de 1999, san Juan Pablo II proclamó a santa Catalina de Siena (junto con santa Brígida de Suecia y santa Teresa Benedicta de la Cruz) patrona de Europa.

Y 25 años después, Siena le dedicó dos días de celebraciones que finalizaron con el regalo de aceite para la lámpara votiva, que este año fue ofrecido por el municipio de Teramo, en representación de los municipios de Italia, y por el municipio de Castellina in Chianti. , en representación de los municipios de la archidiócesis. Al final, la gran procesión, encabezada por los barrios de Siena, llegó a la Basílica de San Domenico donde se celebró la misa solemne, presidida por el Card. Lazzaro You Heung-Sik, prefecto del Dicasterio para el clero, concelebró con el card. Augusto Paolo Lojudice, arzobispo de Siena-Colle di Val D’Elsa-Montalcino y obispo de Montepulciano-Chiusi-Pienza, y por mons. Lorenzo Leuzzi, obispo de Teramo-Atri.

En la homilía el cardenal coreano subrayó cómo Catalina “fue una mujer totalmente enamorada de Dios, una mujer eucarística, una mística fuerte y extraordinaria, dotada de gran valentía y franqueza, que vivió plenamente el sacerdocio bautismal común de todos los cristianos y que amaba a la Iglesia… Nuestra patrona fue una incansable constructora de unidad, de comunión, de puentes. Preguntémonos: ¿somos también promotores de la unidad y de la paz, del diálogo y de la reconstrucción y de la reconciliación en la Iglesia y en la sociedad?

La tarjeta. You Heung-Sik destacó cómo en muchos países del mundo hay guerras terribles que traen sufrimiento, destrucción y muerte y cómo hacer la guerra es mucho más fácil que construir la paz. En este contexto surge santa Catalina que “fue una mujer de armonía y que tuvo el valor de hablar abiertamente y escribir a las autoridades de la época. Incluyendo al Papa…

Ella, mujer del Evangelio, supo estar del lado correcto, supo crear paz en sus ambientes, supo comunicar con las palabras adecuadas. Tenía un carisma que tocaba el corazón y también una capacidad poco común para convencer a los demás. Tenía en mente la unidad y la reforma de la Iglesia”.

Mientras está en el mensaje a la ciudad, card. Augusto Paolo Lojudice, arzobispo de Siena-Colle-Montalcino, confió Europa al santo sienés: “Europa es ciertamente la unión a la que estamos acostumbrados, pero es un continente geográficamente más grande, que reúne también a otras naciones, incluso a las que ahora creando problemas para nosotros. Queremos que Catalina interceda por toda Europa, especialmente donde la gente sufre y muere, y que nos ayude a todos a convertirnos en ciudadanos de un continente”.

Al final el purpurado bendijo con la reliquia del santo a la ciudad, a la archidiócesis, a Italia y a Europa: “El deseo para toda la ciudad y la diócesis es sentirnos cada vez más ciudadanos del mundo, de una casa común, unión en la diferencia. Siena sigue siendo una ciudad especialmente abierta, una ciudad acogedora: lo percibí el primer día que llegué hace casi cinco años, comprendí que Siena era y podía seguir siendo una ciudad acogedora”.

(Foto: Arquidiócesis de Siena-Colle-Montalcino)

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