Génova, cuando un empate en San Siro se convierte en una oportunidad perdida

Génova, cuando un empate en San Siro se convierte en una oportunidad perdida
Génova, cuando un empate en San Siro se convierte en una oportunidad perdida

Afortunadamente, en San Siro contra el Milán, el Génova jugaba sólo por prestigio y no había grandes puntos en juego. De lo contrario nos hubiéramos castigado por no haber sabido gestionar con un poco más de atención un partido en el que los chicos de Gilardino se adelantaron dos veces. Seamos claros, el 3-3 final está más que bien. Me gustó la actitud. Fue un Génova valiente, a veces incluso audaz, como lo demostraron los dos sensacionales contraataques que sufrió cuando iban ganando dos a uno. El equipo ha crecido en términos de juego respecto a la primera vuelta, cuando los resultados llegaron a través de una idea del fútbol mucho más utilitaria y especulativa. Ahora el balón gira rápido, la maniobra es fluida, el área rival es atacada con tres o incluso cuatro jugadores y por eso Retegui ya no se queda solo en la delantera. En definitiva, la famosa mano del entrenador está ahí y se nota.

La reconfirmación de Gilardino para la próxima temporada (contrato de dos años y, por tanto, también para la temporada 2025-26) es, por tanto, sólo la consecuencia lógica de los resultados obtenidos por el equipo rossoblù desde que el técnico de Biella de la Primavera ascendió al primer equipo. Al fin y al cabo, es lo más útil tanto para la empresa, que avanza en nombre de la continuidad, como para el propio Gilardino, que en cualquier otro lugar (Florencia incluida) habría tenido que empezar de cero y reconstruir desde cero la credibilidad. que en Génova se construye a través de un ascenso y la conquista del cetro de mejor equipo recién ascendido en los cinco campeonatos europeos más importantes.

La encuesta de esta noche en el Derby del lunes plantea esta pregunta: ¿cuál debería ser el objetivo para la próxima temporada? A Sigue siendo una salvación pacífica, B tenemos que apuntar a Europa. Personalmente voto por lo primero. Es evidente que a todo el mundo le gustaría competir en las Copas, pero siempre es peligroso saltarse la delantera y el crecimiento debe ser paulatino. Y éstas son precisamente las directivas que llegan desde Miami. Repetirse nunca es fácil, la palabra clave es consolidación. Entonces, con la posibilidad de operar en el mercado y el objetivo de la autosostenibilidad cada vez más cerca, Génova podrá subir el listón.

Pero volvamos al partido de San Siro que afrontó el Génova sin cinco jugadores de primer nivel: Bani, Messias, Malinowski, Gudmundsson y Vitinha. En los balones altos (dos goles de tres encajados de cabeza) los antiaéreos rossoblù entraron en crisis y por eso es inevitable sostener que la ausencia que tuvo mayor impacto fue sin duda la de Bani que, habiendo perdido a Dragusin en enero, permaneció la única torre de la retaguardia de Génova. Quizás por eso hubo que adelantar la entrada de Cittadini, que tras la venta de Dragusin había sido contratado precisamente para garantizar centímetros en caso de emergencia. Pero el jugador que, en esta última fase de la temporada, a todo el mundo le gustaría ver jugado a tiempo completo es Vitinha para saber si hacer una inversión importante en él.

Si Gudmunsson, probablemente destinado a marcharse, es campeónSin embargo, el portugués es un potencial campeón. Al menos eso decía su currículum antes de la parada abrupta en Marsella y por eso hay que seguirlo y evaluarlo con mucha atención. Tiene otras características además de Gudmundsson pero con Retegui aún podría formar una pareja intrigante y efectiva. En cuanto al argentino, entendimos por qué tenía tantas ganas de tirar los penaltis. La suya fue una actuación perfecta. Al fin y al cabo, los números dicen que en Argentina consiguió un resultado de 12 aciertos en 13 tiros.

Lo siento por el tío Balla, pero el domingo no se le darán regalos al Sassuolo. Y no sólo para el club verdinegro es considerado un advenedizo por quienes, como los aficionados del Génova, forman parte de la aristocracia del fútbol italiano. Si bien la venganza es un plato que se sirve frío, cuatro años pueden ser más que suficientes. Es el 29 de julio de 2020, el campeonato interminable marcado por la interrupción debido al Covid, el Génova de Nicola necesita absolutamente los puntos pero Berardi y sus compañeros no tienen piedad: termina 5 a 0. Y en ese momento la Serie B parecía muy reñida.

“Vae victis”, gritó Brennus, rey de los galos, tras entrar en Roma. ¡Ay de los vencidos!

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