Los David de la polémica: del fracaso de Cortellesi a la mejor película hasta los espectáculos de ballet

Si hubiera sido diseñado para generar tanta controversia, la 69.ª edición del David di Donatello no habría salido como lo hizo. Es decir, mal, muy mal, por cierto. El bochorno comenzó en el momento de los “intervalos”, con bailarinas cargadas de plumas y lentejuelas bailando alrededor de los candidatos, dispuestas a interrumpir las (cuestionables) entrevistas de Fabrizio Biggio en la alfombra roja, hasta el punto de que Alice Rohrwacher, Pierfrancesco Favino y Paola Cortellesi fueron irónicos al respecto. «El tiempo se acaba. ¡Bien y sin decir nada! – bromeó el galardonado autor de “Todavía hay un mañana” – Pregunte [di fare interviste] a gente competente, ¿verdad, Rai?”.

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Fue el preludio de una velada que dejó mucho que desear, empezando por la elección -completamente equivocada- de relegar la excelencia de nuestro cine, los trabajadores de los que tanto hablamos y que el mundo entero nos envidia (mira los Oscar nominaciones por creer) en el “debajo de las escaleras”, o en salas secundarias donde fueron abandonados a sí mismos, solos, sin público, sin aplausos y sin interacción posible con el público. Además de dividir a los candidatos en “serie a” y “serie b”, al conmemorar a los artistas que ya no están entre nosotros, la dirección tuvo cuidado de no mencionar sus nombres excepto los de muy lejos, muy lejos, hasta el punto de que es difícil leerlos sin binoculares, a favor de la actuación de Irama. Bromas esparcidas aquí y allá por la presencia de una sola estatuilla cuando había más de un ganador, el primero en protestar fue (el ahora famoso) Sergio Ballo, ganador con Daria Calvelli por el vestuario de “Rapito” de Marco Bellocchio. Cogió el micrófono para dar voz a su desdén, y con un gesto anárquico de artista aprovechó mucho más el tiempo disponible, convirtiéndose en la voz más memorable (y viral en las redes sociales) de una velada demasiado concurrida: «Esta estatuilla Lo cortamos en dos, porque lo barato… somos dos, nos podrías haber dado dos. Esta noche estoy bastante enfadada: nos pusieron en las escaleras como a Wanda Osiris, mientras que hubiéramos preferido compartir la habitación con nuestros compañeros de este trabajo. Desafortunadamente, nuestro trabajo es visto como el de escaparatistas y criadas”.

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Su espectáculo sólo fue superado por el de Paola Cortellesi, que a menudo sube al escenario con gracia e ironía, pidiendo disculpas por su omnipresencia, bromeando sobre la “magna magna” del cine italiano, sin ser nunca políticamente incorrecto, al contrario: «Los espectadores Somos nosotros, somos todos: me gusta pensar que entre ellos también hay quienes no piensan como yo.” Gana seis Davids, pocos entre las 19 nominaciones: mejor ópera prima, mejor guión original, David del espectador (con más de 5 millones de entradas vendidas), David Giovani, mejor actriz de reparto para Emanuela Fanelli y mejor actriz principal ( por lo que agradece a la directora que lo recomendó, es decir a ella misma). Siete estatuillas van a parar a Matteo Garrone, las más importantes de las cuales son la de mejor película y mejor director. Cielos abiertos, levanten las horcas, imitando las protestas en el extranjero por el fracaso de Greta Gerwig, sí, realmente fue desatendida por la Academia con su “Barbie” que sólo ganó un Oscar de 8 nominaciones (mejor canción original). La mejor película del año para David di Donatello es “Io Capitano”: ¿compensación por el Oscar perdido? ¿O más bien simplemente un reconocimiento político a una película difícil, agotadora, importante, rodada directamente en los lugares de sufrimiento y tortura junto con los propios inmigrantes, hasta el punto de que Garrone la definió como una “coregia” y compartió escenario y micrófono con ellos? Se piense como se piense, la calidad y profundidad del trabajo de Garrone es innegable, poniendo en el centro lo invisible, lo último, el “ayudemos en casa”: dos niños senegaleses que arriesgan su vida para cumplir su sueño, exactamente como ocurre en la realidad. todos los días, pero sin un final feliz.

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Cinco estatuillas acaban en manos de Bellocchio por su “Rapito”, una película contra el fanatismo religioso de nuestro país, tres para Michele Riondino por su “Palazzina Laf”, incluida la de mejor actor principal (Riondino supera sorprendentemente a los favoritos Valerio Mastandrea y Pierfrancesco Favino) y mejor actor de reparto para Elio Germano. ¿Los grandes excluidos? Nanni Moretti y Alice Rohrwacher, autoras tan queridas (y premiadas) por el cine francés que la única que habló de ellas – aparte de Alessia Marcuzzi con sus chistes sobre Casal Palocco – fue la ganadora del David a la mejor película internacional Justine Triet por “ Anatomía de una caída”, que logró conmover a la directora de “La Quimera”, elogiando su habilidad: «Es una cineasta fantástica».

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