Ancona-Lucchese: intenta explicar este sentimiento, este orgulloso desencanto

La atmósfera dórica todavía está impregnada de la adrenalina del transporte a Pescara. Un viaje que unió y desató chispas de entusiasmo, en el penúltimo acto de una temporada desalentadora. Las decepciones deportivas en el campo y la confusión en la gestión del club han preocupado, pero no desestabilizado, a una afición que se niega a acostumbrarse a los barrios marginales. Para mí, fue emblemático el discurso lúdico que resonó en los primeros partidos en Eccellenza de la temporada 17/18: “Vámonos, de esta categoría de mierda, no hay ni un solo aficionado, Dios mío, qué melancolía”. Un cierto desapego irónico nos ayudó a afrontar el lado trágico de un nuevo fracaso. “Me duermo en Eccellenza, me despierto en la Serie C” con la melodía de Liberado del deseo Condensó, con la misma ironía, la conciencia de haber sido, por una vez, tocado por la fortuna con motivo del doble salto del verano de 2021. La conciencia de quién, en cualquier caso, Eccellenza o Serie A, estará allí, de quien no teme sufrir. El deseo de seguir existiendo, de seguir determinando la presencia de una ciudad en los escenarios del deporte nacional. Dall’Ancona prácticamente ha desaparecido, culpablemente, y ciertamente no por falta de pasión, de apego o de grupo de practicantes en las diversas disciplinas deportivas. La conciencia de quién estará siempre ahí, más allá del resultado, más allá de la categoría, pero sin embargo no es ingenua: sin categoría, sin resultados en el campo, sin una sociedad sólida todos perdemos algo. Si hay algo que nos ha enseñado y nos está enseñando este largo recorrido en los barrios marginales, es que los esfuerzos por mantener la atmósfera excitada y animada pueden ser destruidos en unos pocos juegos. El club está advertido: la pasión de la afición de esta ciudad responde siempre y constantemente (ver promedio de espectadores en los partidos fuera de casa) a todas las citas y compromisos, a pesar de todo. Será bueno tener esto en cuenta en las operaciones de mercado y en el equilibrio interno del club, cuestiones que habrá que abordar en un futuro próximo. Curva Norte queda muy claro con las pancartas desplegadas en los últimos minutos del partido: “Este tormento se acabó/Tiong y los jugadores que nos enseñan/Este apoyo siempre debe ser honrado/Desde el primero hasta el último día”. Sí, porque de poco sirvió la invitación de los dos poetas a nuestros futbolistas “Felli tribolà”, somos sobre todo nosotros los que estamos en problemas este año. Tormento, él tribulóTormento, asco son palabras que hemos tenido que utilizar con demasiada frecuencia este año para describir lo que nos ha tocado ver en el campo. Desde este punto de vista, Ancona-Lucchese no es una excepción y ofrece pocas alegrías: nos salvamos gracias a los tres puntos de Pescara, donde la celebración colectiva llevó a la victoria a un equipo inesperadamente renacido.

Los jugadores en el campo estéril, los aficionados agitados en las escaleras. Desgraciadamente sin la presencia de invitados: ni siquiera estaban allí los 48 luccanos que habían comprado la entrada, quienes se negaron a entrar debido a la prohibición de entrar con algunas pancartas de protesta contra la empresa. Curva Norte Envuelve el sector con una bola curva al inicio del juego, reiterando las raíces de identidad de las que sacar fuerza en momentos como este. El “setlist” de los coros es un homenaje continuo a la misma curva, a la experiencia de animar, de compartir y al placer de estar uno al lado del otro cada domingo. Recién en la segunda parte cantamos para el equipo, pidiendo un gol, que no llega. En los primeros compases también hay espacio para un momento de nostalgia, con “Parece imposible/Que todavía te sigo/Esto es una enfermedad que nunca se va” en las notas de Balandra John B. de los Beach Boys, que nos remonta a los años del ascenso a la Serie B con la víbora Mastronunzio. Después del respetuoso homenaje a los gemelos genoveses presentes, nos unimos en torno a nuestras certezas graníticas: “Y lo sé, porque no me quedo en casa”. Es uno de los coros que genera los momentos de mayor cohesión, con las vocales expansivas que dan la sensación de apoyar la voz del otro y nos permiten subir los decibeles, para reiterar que es vivir estos momentos en los que no nos quedamos. hogar. Después de algunas pinceladas secas y exitosas, llegamos a nuestra versión de Amandote a cargo de CCCP, uno de los coros que más participación ha tenido últimamente: “Seguirte es mi vida/la llevo dentro/Ve y explica este sentimiento”. Alguien detrás de mí dice: “¡hagámosle sentir la sal!”. No está claro para quién, pero la imagen de los marineros que liberan sal mientras cantan causa una fuerte impresión. Curva Norte continúa con convicción y, tras honrar a sus fallecidos y a los advertidos, reitera que “la gente como nosotros nunca se rinde”. Abrazos, saltos y empujones en la parte central del sector, testimonian la implicación ya desde el inicio del segundo tiempo, recordando que “Vamos a hacer kilómetros/Superemos obstáculos” no es sólo un estribillo, sino una práctica semanal. La noticia de la victoria del Pescara por 3-0 sobre Fermana consigue relajar mucho el ánimo, aunque algunos invitan a no relajarse demasiado: “¡Sí, pero el partido aún no ha terminado!”. Aunque no sería ciertamente el broche de oro de la temporada, “queremos esta victoria”, se reitera antes de anticipar dos de los cánticos más característicos de los últimos años: “Dondequiera que vayas estaré contigo/Porque vas más allá del match” y “Forza magic Ancona/ Sabes que estoy ahí/Sabes que estaré ahí en todo momento”. Intercalados con aplausos y saltos, son los momentos en los que la parte central del sector está en su mejor momento. La densidad favorece un feliz contagio de cuerpos, las voces se mezclan y alimentan la fuerza colectiva. Si nos compactamos en el centro, perdemos eficacia en los laterales, con gran parte del sector dormido y poco implicado. Por otro lado, lo sabemos: la cuenca de Passo Varano, con sus gradas alejadas del campo, genera un eco impresionante en las piezas, pero ciertamente no favorece la implicación cantada de las partes altas y laterales del sector. Parece que, tan pronto como se libera de la parte central, la energía se dispersa rápidamente y por eso debemos recordarlo, con la ira y el orgullo del lanzador del coro: “Llevémoslo a un lugar seguro, como lo hemos hecho”. ¡todo el año!”. El final es para nosotros, para reiterar la euforia: “y la vida es bella/cuando juega Ancona/parece un día de fiesta/estamos locos”. Cerramos con el pañuelo en “Gente di mare”, con los futbolistas que se acercan bajo la curva para celebrar, pero en realidad es todo menos un abrazo. No celebramos juntos, incluso llegan algunos pitos desde algunos puntos de la curva y los jugadores se van temprano. No importa, no estábamos aquí para ellos, y entre un “Fuck you” comienzan dos estribillos históricos, que detiene el tiempo y el espacio, proyectándonos lejos de una categoría, un equipo y una sociedad que no lo merecen. nosotros: “Lo apoyamos, vamos” y “Y cuando juegue Ancona”.

Al salir del estadio estoy, como siempre, cansado y feliz. Como siempre lo di todo y vi poco del partido. B., que los ha visto todos este año, me dice lo mismo. ¿Pero realmente todos ellos? Todo. Cien por ciento. Y finalmente se acabó. “Qué tribulación. Nos vemos el año que viene”, me dice N. con una mirada un poco impaciente: todavía hoy hay pocas alegrías. Pero el año que viene estaremos allí, con rabia y determinación, cautelosos y perdidamente enamorados. “Nosotros prisioneros de esta ciudad/Siempre orgullosos de nuestros colores” Sabemos quiénes somos, qué nos hace sentir bien, por qué luchamos: con orgullo y desencanto.

EM

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