Hoy la Iglesia celebra a Santa Catalina de Siena

El Señor suele utilizar criaturas humildes y débiles para hacer grandes cosas: utilizó a Ester para liberar a su pueblo de la muerte, a Judit para derrocar al invicto Holofernes, utilizó a Santa María. Para realizar la Redención, utilizó a Santa Catalina de Siena para dar paz a la Iglesia y a la gente de su tiempo.

Caterina nació en la ilustre ciudad de Siena, foco de grandes santos, en el año 1347.

Ya a la edad de siete años la santa niña demostró una piedad extraordinaria y tal virtud que a la edad de ocho años hizo voto de virginidad.

Para permanecer fiel a esta promesa, permaneció siempre retraída, parca en el hablar, en continua unión con el Divino Esposo mediante la oración y particularmente con la mortificación de su cuerpo, que descompuso con ayunos y azotes y más aún con la mortificación interna.

La niña, sometida a insultos y groserías, permaneció quieta, sufriendo por Jesús y finalmente salió victoriosa. Sus padres, al ver la mano de Dios defendiendo y guiando a su hija, la dejaron plena libertad.

A partir de entonces multiplicó sus penitencias externas; Sin embargo, cuando el confesor le impuso un poco de moderación, ella, sabiendo que el valor de la obediencia era mayor, inmediatamente la moderó. Fue admitida en la Congregación de Terciarias Dominicanas, donde encontró la oportunidad de practicar muchas prácticas de mortificación; entre otros, fue admirable el riguroso silencio que mantuvo durante tres años.

El Divino Maestro también la hizo digna de imitarlo en su pasión, haciéndola objeto de desprecios y acusaciones incluso por parte de quienes le debían gratitud y amor.

El Santo, con heroica caridad, sufrió y perdonó todo, pagando a los ingratos con el más amoroso cuidado.

Un corazón apostólico como el de Catalina no se limitaba a la caridad material; de hecho, nos dejó sus escritos ascéticos y sus más de 300 cartas, llenas de santo ardor, dirigidas a los Pontífices, a los príncipes y a los pueblos en discordia.

Después de súplicas, oraciones, ayunos y conversaciones, obtuvo el regreso del Papa a Roma desde Aviñón; obtuvo la paz entre las ciudades enemigas, obtuvo frutos muy consoladores en toda Europa.

¡Celo y actividad admirables en una mujer! En la Bula de canonización leemos: “Nunca nadie lo abordó sin salir mejor que antes”.

Amaba al Papa con extraordinario amor y devoción, y lo llamaba el “dulce Cristo en la tierra”.

El Divino Maestro, después de haberla favorecido con el don celestial de los santos estigmas, revelaciones y milagros, le concedió aquella corona imperecedera por la que tanto había trabajado, llamándola al cielo el 29 de abril de 1380. Pío XII la proclamó Patrona Principal de Italia.

PRÁCTICA. “Todo cristiano fiel está obligado a ser fiel y servir a la Iglesia, cada uno según su estado” (Santa Catalina). Proponemos conocer más sobre la vida y gestas de la Patrona de la Patria, imitar sus ejemplos, invocarla con confianza.

ORACIÓN. Concédenos, Dios todopoderoso, que al celebrar a tu bienaventurada Virgen Catalina, podamos aprovechar sus múltiples virtudes.

MARTIROLOGÍA ROMANA. En Roma, cumpleaños de Santa Catalina de Siéna, Virgen, de la Tercera Orden de Santo Domingo, ilustre por su vida y milagros, que fue incluida entre el número de santas Vírgenes por el Papa Pío II. Sin embargo, su fiesta se celebra al día siguiente.

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