Hace frío pero no volveré, no hay futuro en Italia”

Para algunos, abandonar el nido significa trasladarse a la ciudad vecina o quizás cambiar de región. Para otros, sin embargo, la distancia es de miles de kilómetros y cruzan por diversas razones, tanto por elección como por necesidad. es el caso de Rossella Grecoinvestigador originario de Barí quien se mudó, junto con su esposo, a Finlandia, en la ciudad de Oulu. La mujer de 34 años no tiene intención de volver a poner un pie en Bel Paese, donde no siente que tenga la oportunidad de crecer, ni en el trabajo ni en la familia.

En cambio, en el frío de Finlandia -coronado también como el país más feliz del mundo en 2024- uno se siente considerado y el bienestar de las personas es una prioridad: «Aquí hay muchos oportunidadhay muchas ventajas y también muchas ayuda económica», le dice Rossella a Fanpage.

La vida en Finlandia

Para Rossella, la elección estuvo determinada por una serie de consideraciones relativas a su futuro como investigadora: «En Italia no es nada sencillo, sobre todo en el Sur», afirma. Se encontró en una encrucijada y entre la posibilidad de abandonar la posibilidad de construir una carrera y abandonar su país, tomó una decisión: «Decidí ser una trotamundos. Entonces, después de un doctorado en España, comencé a buscar un proyecto de investigación que me permitiera trabajar, pero también vivir en paz.”

Los países escandinavos, por el contrario, ocupan desde hace años los primeros puestos del Informe Mundial sobre la Felicidad, es decir, el estudio de los países más felices del mundo. Por eso, Rossella dirigió su mirada hacia allí, “donde es más fácil encajar, sobre todo si no estás solo y te mudas con tu familia, porque hay muchos programas de apoyo por parte del gobierno”. El contrato de investigación debería expirar en 2026, pero la posibilidad de regresar aún no está clara: «Tengo intención de quedarme aquí aún más tiempo. Desafortunadamente en Italia para el mío. Trabajar No hay futuro.”

Rossella pone el ejemplo de su marido para ilustrar cómo Finlandia realmente se preocupa por las personas y trata de darles una oportunidad concreta: «Llegó aquí conmigo y no tenía trabajo – explica -, y enseguida lo ayudaron a adaptarse hacia lo mejor y encontrar uno lo antes posible. Se le asignó un “agente” que lo siguió paso a paso en su investigación y también pudo tomar cursos gratuitos para aprender finlandés”.

Con un salario medio de unos 2.500 euros, Rossella dice que tiene la posibilidad de comprar una casa incluso poco tiempo después de mudarse. «El coste de la vida no es bajo – afirma -. Los productos alimenticios son casi todos importados, por lo que comprar es bastante caro”. ¿Y una cena fuera? Al menos 50 euros por persona. Sin embargo, hay una diferencia sustancial: “Los precios son altos porque los restaurantes, bares y tiendas abren algunas horas al día, aquí se trabaja mucho menos que en Italia”.

Cuando se le pregunta si piensa en regresar a Italia, la respuesta es categórica: “Por supuesto que no”, a pesar de extrañar a su familia y… la comida. Ya sea quedarse en Finlandia, regresar a España o quizás elegir otro país, no está segura. Lo importante es encontrar un lugar donde haya “equilibrio entre vida personal y laboral”.

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