Para que Italia pueda ayudar a África a cultivar

El desarrollo agrícola de África también podría partir de Florencia. No se trata de una “agricultura de fantasía”, sino de una perspectiva que también tiene una base concreta: el Overseas Agronomic Institute, una institución dedicada a la formación e investigación agrícola creada en 1904 y cerrada a finales de 2015 para la que poco bastaría, al parecer. , para volver a trabajar. La idea circula desde hace algunas semanas y también fue discutida entre quienes asistieron a la ceremonia de inauguración del 271º año académico de la Georgofili. La posibilidad de dar nueva vida a la IAO surge del Plan Mattei que está tomando forma y que prevé una dotación inicial de 5.500 millones de euros y cinco áreas de intervención -agricultura, educación, energía, salud y agua-, además de una serie de “proyectos piloto”.
Aún queda todo por especificar y poner en funcionamiento. Y es necesario entender bien todo en su evolución (en los mismos días en que se dio a conocer el Plan, organizaciones misioneras y ONG subrayaron la necesidad de implicar realmente a quienes en África trabajan desde hace mucho tiempo por el desarrollo). Es un hecho, sin embargo, que la agricultura y la agroalimentación constituyen uno de los pilares fundamentales. Precisamente por este motivo, entre otras cosas, Coldiretti, Bonifiche Ferraresi, Filiera Italia y Cai (Consorcios Agrarios de Italia) han presentado un proyecto que prevé intervenciones en 40 mil hectáreas con la creación de empleo, suministro de bienes y servicios, desarrollo de la agroenergía a partir de fuentes renovables, la transmisión de conocimiento y tecnología para la producción local y el desarrollo de nuevas redes de ventas. En todo esto encajaría la reapertura del Instituto Agronómico de Ultramar. La IAO fue abolida y incluida en la Agencia Italiana para la Cooperación y el Desarrollo, pero en la sede florentina todavía hay casi de todo: laboratorios, bibliotecas, salas de formación, invernaderos y mucho más. Un patrimonio al que poco bastaría para revitalizarlo. «Una nueva vida para la IAO – afirma a este respecto Massimo Vincenzini, presidente de la Academia Georgofili, que, entre otras cosas, contribuyó a su creación hace más de cien años – no sólo es deseable sino alcanzable con esfuerzos e inversiones relativamente limitados. Sería así posible devolver al Instituto su función original de lugar de producción de investigación y de conocimientos, así como de formación, con un carácter no ya colonial sino más acorde con el tercer milenio”. En Florencia hablamos de ello. En Roma debemos decidir. © todos los derechos reservados

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