Lo positivo de la tarde en el Allianz Stadium es que nos acercamos al final de temporada. Por lo demás, falló el primer punto de partido relativo a la Liga de Campeones. O tal vez no. Si la Roma perdiera en Nápoles, la discusión quedaría aritméticamente cerrada, de lo contrario sólo faltaría un punto. Una victoria en Turín habría evitado los cálculos, pero si no disparas a puerta es imposible.
Sin embargo, a pesar de tal actuación, y a pesar de que la Juventus, con resultados en la mano, es uno de los peores de los últimos años, Stefano Pioli incluso definió la primera parte como “muy buena”, apreciando el deseo de revertir el resultado de su equipo. Se cierra así un mes de abril para olvidar.
Cerrar el campeonato de la mejor manera posible es la última petición del técnico, que a pesar de las declaraciones superficiales: “Hace mucho que no leo nada” ya sabe que dirigirá al equipo otros cuatro partidos y ya está. Y mientras el Milán se acerca cada vez más al objetivo mínimo exigido por la dirección, el de participar en la máxima competición continental, las palabras del director general Furlani son, sin embargo, una admisión de lo decepcionante que ha sido la temporada: “Al principio de temporada queríamos ganar y no lo conseguimos, ahora estamos centrados en consolidar la segunda plaza de la clasificación”.
La esperanza de la afición era sólo una: responder a esta decepción con un nombre fuerte para el banquillo. El Napoli lo hizo e hizo que la afición se olvidara de Sarri anunciando inmediatamente a Ancelotti. La Lazio lo hizo anunciando a Sarri tras la burlona despedida de Simone Inzaghi. La Roma lo hizo de la única manera posible, llamando a De Rossi para calmar a la afición tras la despedida de Mourinho. A la pregunta formulada al director general sobre en qué medida influirá la voluntad de la afición en las elecciones del club, Furlani se limitó a hablar del deseo de trabajar para tener un Milán ganador. La impresión es que los seguidores pueden sentirse decepcionados.
