Un viaje transoceánico cierra Bergamo Jazz

1967-2024. Sin un solo paso en falso. Esta edición de Bergamo Jazz también llega a su fin, y lo hace, como siempre, a lo grande.

Abdullah Ibrahim, nacido en 1934, se sienta en el Steinway y se entrega a 45 minutos ininterrumpidos de piano solo, un torrente de conciencia compuesto por infinitos temas que se suceden a través de innumerables modulaciones.

El pianista y compositor, que pasó la mayor parte de su vida en un exilio autoimpuesto de su país natal, Sudáfrica, en protesta contra la segregación racial de la época, prefiere las frases cortas, los ostinatos y los tempos robados.

Su estilo está fuertemente influenciado por Thelonious Monk y Duke Ellington, con quienes colaboró ​​antes de regresar a Sudáfrica para convertirse en uno de los primeros portavoces del antiapartheid.

El bis fue realmente conmovedor, una canción a capella de la emigración, de pie y sin micrófono, apoyado en el piano, con los ojos entrecerrados, casi como para recordar su pasado lejos de su tierra natal.

Totalmente diferente, pero igualmente intensa, fue la atmósfera del segundo set, con el Supergrupo Modern Standard de Ernie Watts al saxo tenor, acompañado de Niels Lan Doky a los teclados, Harvey Mason a la batería y Felix Pastorius al bajo, reemplazando temporalmente a Daryl Jones.

El cuarteto, ya sea por Pastorius o por la instrumentación utilizada, recuerda mucho el enfoque de Weather Report y, en esta capacidad, se permite reinterpretar viejos y nuevos estándares de una manera muy personal.

Absolutamente ganadora, en este sentido, es la idea de alternar canciones originales, hitos de la fusión como Chamaleon y Teen Town y nuevos clásicos del pop-rock como Wonderwall (Oasis), Se trata de ese paseo (La chica superpoderosa de Prince) y Dancing Barefoot. (Patti Smith).

Muchos cartuchos quedaron – por desgracia – sin explotar en su repertorio, como Nirvana y Soundgarden que, en giras anteriores, aparecieron en el cartel. No hay nada de qué quejarse, por amor de Dios. De hecho, la presencia de Pastorius en lugar de Jones hace que esta velada sea aún más interesante y única.

En definitiva, un final de festival arrollador.
Una antología de notas, estilos, ritmos y etnias.
Todo un acontecimiento musical en toda regla.

Pero, sinceramente, ¿había algo más que esperar?

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