Grosseto, dividido en la pastelería Il Tirreno

GROSSETO. Son alrededor de las 2.30 de la noche del lunes al martes cuando dos hombres aparecen dentro del alcance de una de las cámaras exteriores de la pastelería La Favorita, en pleno centro de San Martino. Vestidos de oscuro y con la cabeza cubierta, se acercan a pie con paso seguro. De constitución normal, cada uno de ellos sostiene una palanca en la mano. Un objetivo específico en mente; demasiado preciso.

Los dos delincuentes pronto los utilizan para desquiciar una de las ventanas de la habitación que da al Scansanese, en una auténtica redada. «Tan pronto como entraron sonó la alarma. En 23 segundos llegaron a la caja y se llevaron el cajón, pero también se llevaron el sobre con el dinero de la noche”, confirma Fabio Pettorali, 38 años, propietario de la tienda que abrió hace nueve años con sus propios ahorros y familia.

Hay un problema. La caja registradora está, por definición, a la vista: debe estar inmediatamente al alcance de cualquier cliente, pero, aunque no fuera así, encontrarla no es tan difícil. La cuestión del sobre es diferente, muy diferente. «Esa tarde salí a trabajar. Quien se quedó en la tienda me dejó el dinero de la noche bien escondido”, subraya Pettorali, para luego añadir: “Me imagino que alguien habrá observado, tal vez desde fuera, dónde estaba colocado el sobre”.

Es imposible sospechar ayuda desde dentro. Entre los empleados, una decena en total, también su pareja: La Favorita es una gran familia que se prepara para celebrar sus primeros diez años juntos.

Ayer por la mañana, el padre de Pettorali fue a presentar una denuncia ante la policía. Del cajón de la caja desaparecieron unos 200 euros, otros entre 5 y 600 euros junto con el sobre con el dinero de la noche. El hombre también entregó las imágenes de la cámara al ejército; incluidos los que se encuentran dentro de la tienda. Sin embargo, es difícil rastrear la identidad de los criminales a partir de esos pocos fotogramas.

«La zona es tranquila y en nueve años de actividad nunca nos había pasado nada parecido», afirma el propietario, que al día siguiente del descubrimiento –superado el susto inicial– se arremangó para volver a trabajar; entre las demostraciones de cercanía de muchos clientes. Pero luego, precisamente a este respecto, continúa diciendo que «algunos me dijeron que en Casalecci es algo que sucede a menudo. Pero ve y descúbrelo.”

A los aproximadamente 800 euros del robo, Pettorali tendrá que añadir ahora más dinero de su propio bolsillo: «La ventana ya está reparada, ahora estamos esperando que nos envíen la factura», confirma.

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