Noche a 52 metros sobre el nivel del mar para los trabajadores de la planta de biomasa de Cutro: “No tenemos certezas sobre el futuro”

Noche a 52 metros sobre el nivel del mar para los trabajadores de la planta de biomasa de Cutro: “No tenemos certezas sobre el futuro”
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Dos de los 15 trabajadores de Serravalle Energy que subieron ayer por la tarde para reclamar su derecho al salario, pero sobre todo al futuro, pasaron la noche a 52 metros de altura, en la chimenea de la central de biomasa de Cutro (Crotone). Los demás acamparon y se distribuyeron en varios niveles de la chimenea.

“Ha sido – dice Aldo D’Auria, uno de los dos que quedan en la cumbre – una noche difícil. Montamos tiendas de campaña y sacos de dormir. Pero lo hicimos porque tememos por nuestro futuro. Por supuesto que reclamamos nuestros salarios, pedimos que si la situación continúa, el INPS nos conceda el fondo de despido, pero nos preocupa lo que podría pasar ahora que la planta ha sido liberada del embargo. No tenemos certezas. ¿Y qué pasará si el GSE vuelve a suspender los incentivos como ocurrió tras la incautación?”.

“Esta – continúa el trabajador – es una historia absurda donde ha habido errores de todos: desde la DDA hasta los administradores judiciales, pasando por la empresa. Sin embargo, los únicos que pagamos fuimos nosotros que no tuvimos nada que ver con lo sucedido, pero llevamos veinte años trabajando, con la cabeza gacha”.

La preocupación de los trabajadores deriva del intrincado asunto jurídico en el que acabó Serravalle Energy, implicada en la operación Black Wood y que, el 4 de octubre de 2022, la DDA de Catanzaro llevó a cabo una serie de medidas cautelares en el marco de una investigación por delitos medioambientales. . Tras el embargo, aunque la empresa estaba garantizada por una administración judicial, se produjo la suspensión de los incentivos previstos por ley por parte del Gestor Nacional de Servicios Energéticos (GSE): casi 20 millones de euros. Una pérdida importante que provocó la falta de liquidez de la empresa y el cierre de la planta a partir de noviembre de 2023. Quienes pagaron las consecuencias fueron sobre todo los 37 trabajadores para los que se había iniciado el procedimiento de despido colectivo, que también se evitó a raíz de la liberación de incentivos GSE. Sin embargo, la planta nunca volvió a funcionar y los trabajadores habían solicitado indemnizaciones por despido que, sin embargo, el INPS rechazó, alegando que no había condiciones para declarar el estado de crisis. Así, ayer la protesta estalló y continuó a pesar de que el juez Mario Santoemma, que coordina la administración judicial, autorizó el pago de los sueldos de febrero y marzo por valor de 45 mil euros.

“Ahora que la entrega se realizará después de la liberación del embargo – afirma D’Auria – hay que hacer cosas con regularidad para evitar que sigamos pagando. Los últimos meses han sido muy difíciles y han transcurrido en una incertidumbre constante. Ayer no bajamos tras la noticia de que nos pagarían el sueldo porque queremos certezas para el futuro. Una petición que hacemos a la empresa, pero también a las autoridades.”

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