Barrera de hilo de pescar: barcos en peligro en el Po

CREMONA – Cuando un viaje en barco por el Po se convierte en un peligro, y no por culpa del río, sino por algún pescador que cree que el Po es… tierra de nadie y Coloca hilos invisibles y peligrosos para la navegación.. Desventuras como ésta no son nada nuevo, muchos barqueros han corrido el riesgo de resultar heridos varias veces, y a lo sumo algunas palabras “volcadas”, como suele decirse. Pero esta vez los pescadores incluso amenazaron a los remeros: “Sabemos dónde está ese barco, nos encargaremos de él…”. Los Carabinieri de Monticelli d’Ongina fueron informados del incidente, dado que el suceso ocurrió en el lago Maginot, en la zona de Piacenza.

El desagradable y peligroso episodio ocurrió en los últimos días, arruinando el viaje por el río a un grupo de remeros de los clubes de remo de la ciudad.. A primera hora de la tarde la tripulación mixta partió desde la balsa de amarre del Baldesio a bordo del buque insignia, el Adda. Día ideal: sol, temperatura agradable, río suficientemente alto para girar a la izquierda y remontar la Canalina, la que pasa inmediatamente después del puente. La navegación continúa tranquilamente, entre bromas e historias fluviales, y con mucha satisfacción: Durante años, debido a la sequía, no era posible remontar el canal con un barco más pesado que las canoas, los venecianos solteros o las canoas. Un pequeño evento, en definitiva.

Los problemas empiezan a la entrada del meandro, En la playa de la Isla Desierta hay un campamento de pesca con tiendas de campaña y dos grandes embarcaciones con potentes motores.. Los remeros no le prestan atención, no es raro (los pescadores a veces ni siquiera dejan una colilla, otras veces la basura se queda en la orilla).

El barco se desplaza hacia la izquierda para entrar en el canal que conecta el ‘lago’ con el Po: bajo el cepillo, hilos de nailon larguísimos, cabos invisibles, cortan el meandro a la altura de los ojos, de orilla a orilla: Los remeros cremoneses se enredan con los remos y los brazos, algunos incluso se rascan e intentan desenredar los hilos del forcole y los remos.. Muy molesto, pero todo parece bajo control, cuando sale del campamento un pequeño bote (utilizado para moverse en los canales donde el agua es menos profunda) que pasa por debajo del Adda para comprobar que los remeros no dañan las líneas.

Es en ese momento, cuando los remeros piden explicaciones, que la cosa se calienta, el grupo de pescadores, unos quince, todos muy italianos, básicamente dicen a los cremoneses, con grandes palabras, que se vayan, que todo está en orden. orden. Los remeros responden: «Nada está en orden, no se puede bloquear así el río, es más, si llegan los remeros, los cables les golpearán en la cara, sin mencionar el riesgo para las lanchas a motor.».

Los ánimos se caldean y los remeros intentan llamar a los carabineros de Monticelli, y es en ese momento cuando el piloto del bote mira al cremonese y le dice: «De todos modos, sabemos quién es usted y de dónde viene, porque sabemos que barco (el Adda, ed) donde esté amarrado, nosotros nos encargamos…”.
La policía de Monticelli fue informada del asunto y garantizó la máxima colaboración.

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