Asti, concluyó el curso de formación “Frontiere”: “La bienvenida comienza con la mirada”

Recibimos y publicamos el informe sobre el curso de formación “Frontiere” que la red Welcoming Asti organizó en el Foyer delle Famiglie y que finalizó el pasado martes.


El tema de la frontera estuvo en el centro del curso de formación abierto a los ciudadanos que finalizó el 16 de abril en el club familiar Acli Foyer, organizado por la red Welcoming Asti y que contó con la participación de unas setenta personas: profesores de diferentes tipos de escuelas. trabajadores sociales, simples ciudadanos. Una señal de que una gran parte de la sociedad civil es sensible a la cuestión de la acogida y quiere comprender más, conocer mejor los diferentes contextos territoriales en los que se producen las migraciones y los rechazos, no sólo el Mediterráneo con su intolerable carga de víctimas sino también el Frontera italo-francesa y las fronteras orientales de Italia y Europa.

La frontera puede separar o unir, puede ser algo real o mental, algo que construimos a través de estereotipos y prejuicios. El profesor. Ambrosini, catedrático de Sociología de las Migraciones en la Universidad de Milán, nos ha demostrado que la acogida comienza con la mirada. Nos presentó la realidad de la inmigración más allá de representaciones tóxicas, disipando muchos clichés como la supuesta invasión, a partir de la evidencia de datos estadísticos y hechos reales, de los numerosos Decretos de Seguridad al Decreto Cutro, de los permisos de residencia a las repatriaciones, a los acuerdos. con terceros países. Existen herramientas legales para la acogida y la integración, como corredores humanitarios, patrocinios privados, reasentamientos. Un cambio es posible siempre que la sociedad y la política estén dispuestas a hacerse cargo de él.

Maurizio Pagliasotti, periodista y escritor, nos contó lo absurdo de la “ruta alpina”, de esos doce kilómetros que separan Clavière, última localidad italiana antes de la frontera, de la localidad francesa de Briançon, a través del paso de Montgenèvre. Por él pasa una humanidad imposible de detener, personas que, después de haber arriesgado su vida en la travesía de la esperanza en el Mediterráneo, huyen de una Italia que no los quiere, en busca de un nuevo comienzo.

Esa frontera ha visto otros movimientos en el pasado, ha sido una frontera o un paso de vez en cuando, como nos mostró Mario Renosio del Israt de Asti ilustrando la historia de los movimientos a lo largo de la frontera italo-francesa en los últimos 150 años. Desde las migraciones italianas de finales del siglo XIX al paso de judíos y partisanos durante la Segunda Guerra Mundial, al nuevo éxodo italiano de Briga a Tenda después de 1947.

Aún más compleja a nivel histórico es la zona de la frontera del Adriático, lugar de encuentro de suburbios y mundos diferentes que siempre se han encontrado y chocado. Una frontera móvil, nos recordó Fabio Todero, del Instituto de Resistencia Friuli-Venezia Giulia, presentando la historia turbulenta de una zona que ha experimentado continuos refugiados, desde la Primera Guerra Mundial hasta el fascismo, desde la foibe hasta los tratados de paz después de la Segunda Guerra Mundial.

Y ahora en Trieste la historia se repite: en los lugares que alguna vez acogieron a los refugiados de Istria, las personas que llegaron desde la ruta de los Balcanes viven en condiciones degradantes en la zona de Silos, después de haber atravesado países como Croacia y Eslovenia que en la Europa civilizada han desarrollado feroces sistemas de rechazo.

Como subraya Gianfranco Schiavone, presidente del Consorcio Italiano de Solidaridad (ICS), las personas que han solicitado protección internacional al Estado italiano permanecen en los silos y esperan durante mucho tiempo sin asistencia alguna. Los tiempos de espera para la reubicación se han alargado artificialmente para crear una emergencia que en realidad no existe. Se deja a la gente en la calle para inducirla a que se vaya y al mismo tiempo para mantener siempre alta la atención sobre estas cuestiones, que son particularmente útiles a nivel electoral.

Una densa red de asociaciones de la sociedad civil intenta tapar los agujeros producidos por una visión política miope de las políticas migratorias y trabaja para satisfacer las necesidades primarias de los transeúntes a diario, ofreciéndoles comida caliente, ropa, atención médica y apoyo legal. Entre ellos se encuentra el ICS, que lleva tiempo experimentando con el modelo de acogida generalizada, más humano pero también más útil y sostenible que el que se practica en los grandes centros de recogida.

Silvia Maraone, del IPSIA (Istituto Pace Sviluppo Innovazione Acli), que conecta desde Bihac, subrayó cómo la ruta de los Balcanes está cada vez más en manos de los traficantes. Del fenómeno del “juego” hemos pasado al del “juego del taxi”, un sistema con coches, camiones y furgonetas: las personas cruzan la frontera a pie por el bosque y son inmediatamente recogidas por los traficantes para dirigirse hacia Austria o hacia Italia En cuanto al origen, las llegadas continúan principalmente desde Afganistán, Siria e Irak, pero en los últimos meses también desde Marruecos, Argelia y Cuba. Para la mayoría, Trieste es el final de un viaje y el comienzo de otro, hacia el norte de Europa.

No es posible detener a la humanidad en su camino, la violación sistemática de los derechos es absolutamente inútil para bloquear el paso. Sin embargo, la frontera cobra un valor significativo a nivel mediático: el migrante se convierte en la piedra angular de un discurso sobre el miedo y el odio que caracteriza la propaganda política.

La estructura de las reuniones de formación contó con la presencia de testimonios, entre ellos los de Asti. Paolo Maccario, de la Oficina de Migrantes de la diócesis de Asti, aportó su contribución al margen de los análisis del profesor. Ambrosini, en el primer encuentro. Un análisis lúcido de la labor que Migrantes ha realizado y desempeña, una clave adicional de comprensión y una mirada también desde dentro de la Iglesia local.

“Passi solidali”, asociación fundada en la ciudad el año pasado, dio testimonio del trabajo de atención que ha realizado con sus voluntarios, en particular en el refugio Massi de Oulx. Walter Saracco y Simona Franzino enriquecieron el camino formativo con sus experiencias directas y su humanidad.

Ousman Fanneh, gambiano, que ahora vive y trabaja en nuestro país, habló de su experiencia y del largo viaje por tierra y mar que tuvo que afrontar para llegar a Italia.

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