Traducciones y traiciones en Boom Italia

Alessandro Portelli escribió en 1978: «La música americana cayó sobre nosotros todos a la vez, sin previo aviso y sin discriminación. No sólo era completamente ajeno a nuestro bagaje cultural (y por eso nos atraía), sino que nos llegó ya mezclado y empaquetado, impidiéndonos reconstruir su evolución y acontecimiento histórico.
Entre las estratagemas para empaquetar la nueva música anglosajona adaptándola al contexto italiano, la de la traducción resulta ser la más eficaz y rentable. Ya en octubre de 1956 la revista «Musica e disco» contaba con dieciséis versiones por el reloj locoparodia de Rock todo el día (1955) editado por Tata Giacobetti del Cetra Quartet quien desactiva la carga subversiva de la pieza de Bill Haley diluyéndola en armonías vocales de los años cuarenta y ritmos de habanera. Un recurso ya aplicado para el cha cha cha, el calipso y el bajon, que parte – observa Jacopo Tomatis en Historia cultural de la canción italiana – “del debilitamiento de las connotaciones sexuales y transgresoras implícitas en las versiones originales”.

EL MECANISMO también será replicado por el folk, el beat y el pop-rock de la década siguiente, hasta el punto de que ya en agosto de 1968 el mismo titular «Música y discos»: ¿Existe la canción italiana? ¿Por qué hay tantas copias del exterior? Antonio Ansoldi, director artístico de Ri-Fi, responde: «Recurrimos a la producción extranjera porque, al ser más numerosa, ofrece mayores posibilidades de selección». De hecho, el sorprendente crecimiento de la demanda de música “nueva” no parece ir acompañado de una oferta interna adecuada: las portadas y las traducciones son bienvenidas, pues, para dar un toque de color al repertorio nacional y abrir una mirilla que apunte más allá del borde. Excepto que esas mismas prácticas traicionan la herencia cultural fascista y su torpe vocación de traducción.
No olvidemos que, a la espera de la radio gratuita, el mercado está enteramente a merced de la comisión de control de la Rai y que la falta de conocimiento del inglés ofrece una coartada de hierro a las compañías discográficas que presionan a artistas del calibre de Stevie Wonder, Rolling canta en Italian Stones y David Bowie. chico solitario chica solareescritura despiadada de Rareza espacial fichó a Mogol, gana la camiseta negra sin lugar a dudas, pero no menos atroces son los Superestrella de Flora Fauna y Cemento, voy a orar anterior Quédate a mi lado Y Dame un martillo, con lo que Rita Pavone elimina cualquier valor social del original de Pete Seeger.

El equipo editorial recomienda:

Bandas sonoras omnipresentes para la fobia al silencio actualSI ES VERDAD que toda traducción poética se enfrenta a dificultades métricas, retóricas e idiomáticas, la mayoría de las canciones traducidas en ese período obedecen a un poder blando muy específico, convirtiéndose – como texto compuesto de música, palabras, interpretación e imagen – de valores tradicionales frente a los opuestos. a los “modernos”: amor, familia, religión, etc.
Sin embargo, paradójicamente, son precisamente las cubiertas las que impulsan a muchos originales en el mercado italiano. Y aquí se abre otra discusión, en la que se cruzan las industrias discográfica y editorial. Franco Fabbri escribe: «Una discográfica surgió con un éxito potencial y con la firme intención de difundirlo en todos los mercados accesibles. El editor de la pieza la presentó a discográficas competidoras, consideradas más efectivas en su zona de influencia; lo que interesaba al editor era obtener la máxima circulación de la pieza. Las mantas estaban llegando a raudales.”
Y las regalías también estaban llegando a raudales. De hecho, la legislación sobre derechos de autor – ley de 22 de abril de 1941, n. 633, otro recuerdo de los veinte años, protege «las elaboraciones creativas de la obra misma, como las traducciones a otra lengua» asignando al traductor, abanderado del idioma cursivo, 2/24 de los ingresos, la mitad de la parte reservada al autor del texto.

PERO LO MISMO El traductor también recibe los derechos de uso de la obra original en el territorio de competencia de Siae. ¿Otro ejemplo aleatorio? Parte de las regalías de Un tono más blanco de pálido van al letrista de Sin luz, que sabe mucho sobre Siae (no se preocupe, señor Rapetti). No es de extrañar que los catálogos editoriales de la época incluyan versiones italianas de todos los grandes éxitos, muchos de los cuales nunca fueron grabados: una partitura basta para compartir las participaciones. Este “carro semiparásito”, citando de nuevo a Fabbri, afecta no sólo a las relaciones entre discográficas y editoriales, quitando fondos al desarrollo musical, sino también a los propios significados que transmiten las canciones.
Sólo después de 1968 el fenómeno comenzó a decaer y el tren se desvaneció en el horizonte. Quizás los valores cambien; puede ser que la mayor difusión de los originales haga que las portadas queden obsoletas; Tal vez sea porque los editores extranjeros se dieron cuenta del truco y comenzaron a prohibir las traducciones. Sin embargo, sin privarnos del placer de escuchar Arrastrarse Traducido por Vasco.

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