TERMOLI. Los libros presentados en la exposición “Stupor Mundi”, instalada en Termoli, en el castillo, revelan la expresividad artística del arte contemporáneo, cada uno caracterizado por su propia poética. Lo que tienen en común es la superación del arte como ventana al mundo, para centrar la mirada hacia dentro.
Al corpus itinerante de 167 obras de artistas de diversas partes del mundo se han añadido 30 obras de los siguientes artistas de nuestra zona geográfica: Ettore Altieri, Emma Archer, Nino Barone, Maria Bellante Pace, Luca Bruno, Antonietta Aida Caruso, Giancarlo Civerra, Mariagrazia Colasanto, Giuliano Cotellessa, Amerigo De Laurentis, Giuseppe De Sario, Carmen Del Russo, Antonio Di Campli, Carla Di Pardo, Michele D’Aloisio, Antonio D’Annunzio, Marie Joelle D’Aversa, Claudio Gaspari, Jorg Grunert, Sara Lafiliola, Antonio Laurelli, Renato Marini, Max Marra Vincenzo Mascia, Beatrice Mastrodonato, Lello Muzio, Massimo Palumbo, Mario Serra, Davide Scutece y Valeria Vitulli. Cabe destacar también la contribución de los alumnos de segundo y tercer año del liceo artístico de Termoli. Las 30 obras de los artistas mencionados se exponen en la Casa Museo Stephanus, en el palacio episcopal, en Piazza Duomo. Enriquecieron la exposición itinerante procedente de diversos archivos históricos y a partir del castillo de Barletta, cuya referencia a Federico II, Stupor mundi, generó su título.
El libro de artista, ejemplo único que se opone a la producción en serie, es una intervención artística íntima, a veces provocativa, cuando no profanadora, pero siempre libre, en la que es posible captar las diferentes preguntas que se entrelazan y buscar nuevas formas de convertirse en preguntas completas. . En cada artista hay una investigación existencial que se apoya en imágenes, signos y palabras que conducen el pensamiento.
El conjunto de estos libros crea un laboratorio de ideas en torno a la necesidad de comprender cómo situarse en el mundo, con la propia unicidad, con las propias heridas, que se intenta transformar en resquicios, desde donde mirarse a uno mismo y a los demás con ojos nuevos. Una forma, en mi opinión, de ayudarse a uno mismo a navegar en una sociedad cada vez más compleja y desesperada que el arte actual revela ampliamente.
La experimentación, la ausencia de reglas, el diálogo fresco entre el contenedor y el contenido, que elimina la distinción, supera por completo la antigua clasificación del arte en pintura, escultura, escritura, arquitectura, como si fueran compartimentos. Por tanto, no nos sorprende que estas obras deconstruyan el espacio y los hábitos perceptivos e interpretativos. Después de todo, ¡los artistas del siglo XX produjeron un trauma irreversible en el arte! Marinetti escribía palabras libremente; Burri, con sus grietas, bolsas, moldes, brea, utilizaba herramientas como el soplete para operar el material; Pollock desintegró la idea de una pintura trabajando en el suelo con goteo; Fontana, al cortar el lienzo, traspasó el horizonte del cuadro, para insertar, en cierto sentido, el infinito. Hoy en día ya nada puede encerrarse en clasificaciones. ¿Cómo podría el arte contemporáneo no invadir los espacios de libertad?
El libro de artista invade por completo estos espacios. Hay que tocarlo, curiosear, oler el pegamento, el papel… Tú, el usuario, tienes que buscar la percepción visual, táctil y sensorial. Sí, porque el libro de artista es una especie de diario íntimo que el autor compone esencialmente para sí mismo.
Una exposición, por tanto, la de Termoli, que hay que ver despacio. Si golpeas y corres, no entiendes el punto.
Los libros no hablan de inmediato. Son autónomos. Y su lengua es un crisol que hay que penetrar cribando los signos, la materia, la palabra. Estos componentes no se yuxtaponen según criterios compositivos codificados, sino que se corroboran entre sí manifestando elementos biográficos del mismo autor. Porque sabemos, no, que para algunas cosas las palabras no alcanzan para decirlas.
Esta operación artística consiste en reflexionar sobre la propia imaginación y cuánta participación en la vida existe dentro de ella.
La tarde de la inauguración, observé que mi libro presentado en la exposición, “El río de la vida”, fue hojeado con curiosidad por una señora que me buscó para decirme: “Tu libro no tiene palabras, pero habla”. : hojearlo me emocionó”. Entendí que la mirada de otro sobre tu obra busca percepciones de experiencias pertenecientes a nuestra humanidad común y construye un terreno compartido en el que reconocerse.
Organizada por la Fidapa de Termoli en la persona de la vicepresidenta Carla Di Parlo, con la conservadora de la colección itinerante Lucia Spagnuolo y con la participación de numerosas asociaciones que operan en la zona, la exposición permanecerá abierta a los visitantes hasta el 4 de mayo a partir de las 17 horas. a las 21 h.
Antonieta Aida Caruso
Stupor Mundi-libros de artista: una exposición con poéticas multidireccionales
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