Giartosio imagina su mente (y la nuestra) como el ático de una imponente y polvorienta torre, atravesada por rayos de luz oblicua. Entre el polvo brillante se alzan altísimos armarios empotrados de madera de Ikea, manchados de grasa y marcados por quemaduras. Detrás de cada puerta, unas columnas extraíbles albergan estanterías y estantes para bandejas. Aquí, en este espacio invisible, el autor hurga entre los “trozos” de su lengua (y los nuestros), extrayendo las palabras para observarlas de cerca, escucharlas y cuestionarlas.
Nos lleva así a un recorrido por su vida, desde la niñez hasta la edad adulta, con El lenguaje como brújula e hilo conductor.. Las palabras, en este caso, no son sólo herramientas de comunicación, sino material vivo al que hay que moldear para investigar la propia identidad, los vínculos familiares, la formación cultural y la relación con el mundo.
Entre anécdotas y reflexiones, cada palabra parece cuidadosamente colocada para guiar nuestras acciones o revelar algo sumamente específico y necesario. Da la impresión, citando a Giartosio, de que cada uno de nosotros nos guiamos por los ultrasonidos que emitimos y por la fuerza de los movimientos convectivos que las palabras —pronunciadas en voz alta— generan a nuestro alrededor.
Página tras página, la historia de la relación de Giartosio con las palabras se convierte en una oportunidad para escribir una autobiografía de gramática que construyó a lo largo de su vida. Y cómo una persona contada se convierte en personaje, una lengua hablada se convierte en lengua. De ahí la esperanza de que la propia lengua pueda ser la puerta de entrada a la lengua de todos. Porque el lenguaje es, como dice Giartosio, “todo lo que se puede soñar”. Y nos concierne a todos, simplemente porque lo utilizamos. Por eso podemos decir que todos ya hemos escrito este libro.
Autobiogramática es una obra que entrelaza hábilmente elementos autobiográficos, reflexiones lingüísticas y una introspección profunda. Un libro complejo y estratificado que requiere un compromiso activo por parte del lector. No es una obra para devorar de una sentada, sino un texto para saborear lentamente, página tras página. Cada frase es una invitación a reflexionar sobre la propia vida, sobre la relación con el lenguaje y sobre inmenso poder de las palabras.
