Un orangután que vivía en los bosques de Indonesia llamado Rakus tenía una herida debajo del ojo. Quizás causado por peleas con su grupo, dado que era un joven macho de otro territorio. Rakus también estaba bajo observación: investigadores del Instituto alemán Max Planck notaron su comportamiento el 22 de junio de 2022. Rakus arrancó algunas hojas, las masticó, luego se llevó el dedo a la boca y roció saliva en la herida. Luego tomó un poco de pulpa de hoja y se la untó para ahuyentar a las moscas. Hizo lo mismo al día siguiente. «El 30 de junio la herida se había cerrado. El 25 de agosto apenas era visible”, escriben los investigadores en Scientific Reports.
Fibraurea tinctoria
Las hojas desprendidas del orangután pertenecen a la Fibraurea tinctoria, una liana siempre visible y también son conocidas por la medicina humana tradicional: tienen propiedades desinfectantes, analgésicas y antipiréticas. ¿Pero cómo lo supo Rakus? «Probablemente un ejemplar notó en el pasado el efecto analgésico de las hojas de Fibraurea tinctorea y los demás miembros del grupo lo imitaron», escriben los autores, según informa Repubblica. Pero, sobre todo, a los investigadores les parece que “nuestro último antepasado común ya era capaz de aplicar ungüentos en sus heridas”. «En cincuenta años de investigaciones sobre la automedicación animal se han observado especies que utilizan plantas para reducir la disentería o la fiebre, o para defenderse de las picaduras de insectos. Y fue Jane Goodall, a sus noventa años, quien subió al escenario el miércoles en el concierto del 1 de mayo en Roma. Destruyó el muro de separación entre el hombre y el chimpancé vocalizando en el chimpancé”, explica Elisabetta Visalberghi, primatóloga del Instituto de Ciencias y Tecnologías Cognitivas del Consejo Nacional de Investigación.
