La censura de Putin a Pasolini. Y la valiente decisión de no ocultarlo.

La censura aplicada en Rusia al libro de Roberto Carnero sobre Pasolini

Parece que los medios de oposición rusos no hablan de otra cosa: la censura de mi libro sobre Pasolini. El título del ensayo, Pazolini. Umeret’za idei (publicado por la editorial moscovita AST), traduce literalmente el de la edición italiana, Pasolini. Morir por ideas (Bompiani 2022): destino paradójico, el de ser censurado, para un autor que, aunque no hubiera muerto por sus ideas (su asesinato sigue siendo un misterio), seguramente habría estado dispuesto a sacrificar su vida por aquello en lo que creía.​

Cuando Bompiani, en 2022, me anunció que había vendido los derechos de traducción de mi libro en Rusia, me alegré mucho. Pero luego no supe nada más al respecto. Imaginé que la guerra en Ucrania había comprometido este acuerdo comercial, junto con muchas otras cosas mucho más importantes. Sin embargo, a finales del año pasado recibí el diseño en ruso. El emprendimiento parecía haber tenido éxito, solo quedaba esperar a que se pusiera a la venta el volumen..

Excepto que hace un mes llegó la ducha fría. Un correo electrónico de Bompiani me informa que el libro sólo podrá publicarse en Rusia tras algunos recortes. ¿Cuál es el problema? La cruzada de Putin contra la corrupción moral de Occidente, una hoja de parra -entre otras cosas- para justificar la invasión de Ucrania (hecho horrendo en sí mismo y particularmente doloroso para mi familia, que tiene raíces allí: mi abuela madre era de Kiev). A partir de 2022, la legislación rusa prohíbe cualquier referencia, incluso la más sutil, a la homosexualidad y a las “relaciones no tradicionales”. En ese momento nos encontrábamos en una encrucijada: la elección era entre cortar y no publicar. No fue una decisión fácil. La primera reacción habría sido rechazar esta “propuesta indecente” para no correr el riesgo de ser cómplices del régimen de Putin y su ataque a la cultura y a la libertad de pensamiento. Pero así el asunto habría terminado ahí y nadie habría hablado del tema. De acuerdo con Bompiani, elegí lo que me parecía el mal menor: salir con recortes. Con la intención de plantear el caso una vez publicado el libro.

Pero en ese momento sucedió algo inesperado: la editorial rusa decidió no ocultar los cortes, sino resaltarlos con franjas de tinta negra. Un gesto político (que ahora me dicen que podría costarle caro…) para denunciar la brutalidad de la censura. Un poco como hizo Bompiani en 1941 con la antología Americano editado por Elio Vittorini, dejando en blanco las páginas que deberían haber contenido las historias censuradas por el fascismo: Me gusta pensar que el coraje de mi editor italiano de entonces ha sido retomado hoy por mi editor ruso.

NEXT Israel – Hamás en guerra, las noticias de hoy en directo | Nueva York, la policía allana la Universidad de Columbia: decenas de manifestantes pro-Gaza arrestados